UNO
Ben Cartwright agradeció en silencio que el invierno llegara su fin. Había sido uno de los más fríos y crudos inviernos que recordara. Una terrible tormenta de nieve había azotado a Virginia City y sus alrededores por casi dos semanas causando gran cantidad de problemas. En cuestión de horas una blanca y gruesa carpeta cubrió cada centímetro de tierra. Los caminos quedaron obstruidos, y los rancheros se vieron obligados a permanecer encerrados en sus propias casas. Ben salió de la casa llevando en su mano una taza de café. En pocas semanas llegaría la primavera y con el paso de los días, la temperatura era cada vez más cálida. Examinó el jardín y una sonrisa brotó en sus labios al contemplar los árboles y las flores que empezaban a florecer. Es tan agradable ver colores alrededor de la casa, pensó al recordar la casa rodeada de blanco. Bebió un poco de café y fue hacia la mesa ubicada en la galería latera. Se sentó y respiró hondo disfrutando del silencio, el cual era ocasionalmente quebrado por el canto de los pájaros.
Volcó sus pensamientos hacia sus muchachos. Desde que la tormenta de nieve había pasado, habían estado muy ocupados reparando los daños causados por el mal tiempo. En primer lugar se ocuparon del granero, el establo y el corral. Los tres trabajando juntos, luego de haber permanecido encerrados en la casa por tanto tiempo, resultó demasiado para ellos y los problemas no tardaron en surgir. Joe y Adam caminaban al límite de una pelea la mayor parte del tiempo, aumentando con su actitud la tensión en la casa. Como había sucedido cuando Adam regresó de la Universidad, Joe se esforzaba por aceptar el regreso de su hermano, pues una vez más Joe descubrió a un hombre diferente del cual los había dejado años atrás. Ben suspiró. Tal vez Joe se sentía frustrado por no poder ayudar a su hermano mayor.
Adam. Durante los últimos meses se lo veía sumergido en sus pensamientos la mayor parte del tiempo y rara vez conversaba con alguno de ellos. Excepto cuando Joseph lo empujaba a una discusión. Ben sacudió su cabeza. Podía apostar que Adam estaba analizando todo lo que había dicho en el establo y si bien era duro para él admitir que haber compartido sus sentimientos con la familia había sido lo mejor, lo estaba aceptando. Lentamente, luego de muchos años de soledad, Adam estaba aprendiendo a confiar nuevamente sus sentimientos a con su familia.
Ben era consciente que el comportamiento de Adam aumentaba el enojo y frustración de Joe. Afortunadamente tengo a Hoss para ayudarme a manejar a esos dos, pensó. Ben se concentró entonces en su enorme hijo y su rostro se ensombreció al recordar que el amable y dulce temperamento de Hoss se había ido lentamente cubriendo por un manto de fastidio. Pobre Hoss, supongo que se hartó de ser el pacifista entre su par de hermanos, advirtió Ben y terminó de beber su café.
Había
sido un invierno largo para todos y Ben y Molly también necesitaban un poco de
paz. De modo que, en cuanto el clima
mejoró, Ben envió a sus hijos a ocuparse de diferentes asuntos. Adam se hallaba reparando el cerco de la
parte norte del rancho. Ben había
decidido enviarlo a pasar un par de días allí solo. Ayudaría a Adam acampar
mientras reparaba la cerca. Un par de
días solo le darían la oportunidad de pensar y encontrar la manera de estar en
buen término consigo. Va a estar bien. Lo sé.
En
la otra punta del rancho, Hoss estaba reparando la cerca sur. Hasta Hoss había sido afectado por la tensa
atmósfera de la casa y necesitaba alejarse de sus hermanos. Nada mejor para Hoss que estar rodeado de
naturaleza y nuestra bella tierra.
-
Si, pero la estoy pasando muy bien
contigo y con Molly, - respondió Matt con enorme sonrisa.
-
Vamos a Virginia City. Roy me dijo
que tiene una sorpresa para ti.
-
¿ Enserio? – preguntó Matt abriendo
los ojos desmesuradamente.
-
Enserio, - respondió Ben y rió.
Dejó a Matt en el suelo y
tomados de la mano, nieto y abuelo caminaron hacia la casa.
Aprovechando que Ben y Matt se habían dirigido a Virginia City, Molly condujo a Handsome, su caballo hacia el lago. Era un día maravilloso para un paseo; el sol brillaba en lo alto. Los pinos de la Ponderosa se ladeaban rítmicamente como si bailaran al compás de la fresca brisa, que esparcía el delicado aroma de los árboles y las flores silvestres. El galope de Handsome y el despertar de la naturaleza eran lo único que alteraba el silencio.
Mentalmente
Molly le agradeció a Ben por llevar a Matt a Virginia City con él, pues de ese
modo Molly podía concentrarse en enfrentar sus más profundos sentimientos.
Sabía que Ben había comprendido que ella lo necesitaba. Molly sonrió al pensar en Matt. Matthew
Cartwright cumpliría cuatro años en menos de tres meses. Se estaba convirtiendo
en un niño rápido, curioso y sagaz, quien necesitaba ser observado de cerca, de
lo contrario, desaparecía con gran facilidad. Molly sonrió divertida
preguntándose cómo haría Ben para atender sus negocios y vigilar a su inquieto
nieto al mismo tiempo.
Molly llegó
al lago. Tomó un profundo respiro y bajó
de su caballo. Ató las riendas de Handsome a una rama y se dirigió a la orilla.
Se sentó en el borde de una gran piedra y examinó el lugar sintiendo que
visitaba una tumba; su tumba porque de alguna manera su pasado había muerto
allí. Podía sentir las lágrimas acumularse en sus ojos pero no se molestó en
contenerlas. Todos los años atravesaba por lo mismo al llegar el aniversario de
su llegada a la Ponderosa. Molly entrecerró sus ojos y miró hacia el bosque
donde Hoss la había encontrado cuatro años atrás y en todo ese tiempo ni un
solo recuerdo llegó a su mente. Si bien
daba a los Cartwrights la imagen de haber superado lo que le había sucedido, en
lo más profundo de su alma una gran tristeza la agobiaba, aumentando la
angustia por la falta de recuerdos y la certeza de no saber quien era.
Con el paso
de los años, Molly se forzó a creer que no había nada bueno en su pasado para
recordar y por ello no lo hacía. Entonces su mente la empujó a aceptar la
oportunidad que el destino le había brindado al colocar a los Cartwrights en su
camino y construir así una nueva vida. Molly dejó caer su rostro en sus manos y
se permitió llorar abiertamente. Siempre
lo mismo, año tras año. Dejó de
llorar al no tener más lágrimas por derramar. Respiró hondo y se secó el rostro
con ambas manos. Luego se enderezó y
recorrió el hermoso paisaje, dejando que una triste sonrisa apareciera en sus
labios. Todo cuanto veía le recordaba a los Cartwrights y cuanto los
quería. Ben con sus sabias palabras, su
suave y atenta voz y sus aterciopelados y tiernos ojos siempre lograba borrar
todo rastro de temor y tristeza en Molly.
Luego estaba Hoss, quien salvó su vida. El gigante de enorme corazón,
reconfortantes ojos azules y dulce sonrisa. Y Joe. Él era quien le levantaba el
ánimo, haciéndola reír con sus ocurrentes comentarios y sugerencias. Joe estaba tan lleno de vida que no podía
evitar ser contagiada por su encanto y apasionada manera de vivir.
Molly sabía
que la consideraban parte de la familia. Ellos tres le dieron el apoyo y la
fortaleza que necesitaba para seguir viviendo.
Mientras Ben la trataba como a la hija que nunca tuvo, Joe y Hoss la
cuidaban como si fuera su pequeña princesa.
Pensando en ello, Molly sintió su amargura convertirse en bendición. Pero la sonrisa desapareció de su rostro al pensar en el otro miembro de la familia. Adam Cartwright era completamente diferente y Molly no podía pensar en él de la misma manera. Tenía su propia porción de sufrimiento con respecto a él. Una vez más recordó la mañana en que se habían besado. Molly guardaba el recuerdo en su corazón como un tesoro, pero sus ilusiones fueron diluyéndose día a día ya que Adam la trataba como si nada hubiese sucedido entre ellos. Molly suspiró al recordar cómo se sintió al estar rodeada por sus fuerte brazos; el temblor que la sacudió cuando sus labios se encontraron y cómo su corazón estuvo a punto de derretirse al perderse en la intensidad de sus profundos ojos. Por un breve momento Molly sintió su amor, su pasión y se permitió soñar. Había guardado con esperanza algún tipo de acercamiento; una palabra, una mirada o algo que le demostrara que a él le importaba, pero en cambio, Adam se mostraba más distante que nunca y fue muy doloroso para Molly advertir que había mal interpretado sus intensiones.
- Basta Molly, - se ordenó al sentir las lágrimas nuevamente en sus ojos, y se forzó a recordar a Adam diciéndole que nunca la amaría. – Por supuesto que usó encantadoras palabras para decirlo, - se dijo Molly con tristeza sabiendo que el mensaje había sido el mismo.
Molly mordió su labio inferior al sentir que una fría ráfaga atravesaba su corazón. Sabía que debía sacarse a Adam Cartwright de la cabeza, y que amarlo solo le causaría mayor sufrimiento. No puedo seguir pensando en él como si fuera el único hombre de este territorio, pensó al secar las lágrimas que finalmente cayeron de sus ojos. Da vuelta la página Molly. Tragó tratando de detener el nudo que creía en su garganta. Tenía que pensar en algo. Tal vez debo volcar mi atención hacia otros hombres, se dijo considerando la posibilidad. Elevó la vista y contempló el lago con aire soñador. Recordó que Joe había mencionado que los dueños del hotel organizaban un baile en honor a un ilustrado pintor que se encontraba en Virginia City.
- Tal vez, - se dijo, pero sabía que sería difícil sacar a Adam de su corazón y de su alma, y Molly tampoco estaba segura de querer que eso suceda.
Se puso de pie y caminó hacia Handsome. Montó su caballo y emprendió el regreso a la casa.
TRES
Estaba empezando a oscurecer cuando Adam finalmente llegó a la casa. Al ver la casa una sonrisa apareció en sus labios. Que maravilloso es saber que mi familia me aguarda tras esa puerta, pensó sintiéndose vivo. Estaba muy cansado y le dolía la totalidad de su cuerpo luego de tres noches de dormir a la intemperie. Prácticamente no había dormido a causa del frío y la incómoda cama que había improvisado sobre el suelo. Supongo que estoy desacostumbrado. No he dormido en esas condiciones por años. Pero esas noches con las estrellas como única compañía, le dieron a Adam la oportunidad de pensar y analizar sus sentimientos. Se forzó a pensar en la extraña reunión del establo. Era difícil para Adam comprender como había perdido el control de sí, aunque le resultaba más difícil de aceptar todo cuanto tenía acumulado en su interior. Nunca había pensado en ello, pero en cuanto las primeras palabras salieron de su boca, reconoció sus sentimientos y advirtió sin margen de duda, que su golpeada y enojada alma había aprovechado su debilidad y gritó su verdad, sin control. Casi todo lo que dijo esa noche era cierto y luego de compartirlo con su familia se sentía mucho mejor. De hecho se sentía bien. Adam era plenamente consciente que su familia estaba siendo extremadamente paciente con él; hasta Joe se esforzaba por no perder los estribos. Adam sabía que más allá de sus típicos desacuerdos con su hermano menor, esta vez Joe estaba enojado solo por no haber encontrado la manera de ayudarlo. Adam lo sabía y se recordó que debía hablar con Joe; se lo debía. También pensó en Molly, su presencia en la casa todavía lo perturbaba; pero de diferente modo. La mañana en la que se besaron, él había sentido la atracción y no pudo resistirse. La besó y se perdió en sus labios. Pero, era eso amor, se preguntó. No estaba seguro todavía y no se sentía listo para arriesgarse. Todo esta bien de este modo. Paso a paso, Adam. No lo eches a perder. Desmontó su caballo y lo ató al poste frente a la casa. Miró hacía la puerta con ansiedad y sonrió. Sus pensamientos se llenaron con el rostro de Matt y no podía esperar tenerlo en sus brazos. Lo había extrañado demasiado y se preguntó cómo había manejado su padre sus sentimientos cuando dejaba a sus hijos en pos de construir su sueño de La Ponderosa. Un caso de necesidad supongo, se dijo, no importa, quiero ver a mi hijo ahora. Con paso rápido Adam cruzó el porche y abrió la puerta abruptamente.
Hoss y Joe jugaban uno de sus usuales partidos de damas, cuando Adam entró. Ambos giraron al escuchar la puerta.
- Hey Adam por fin llegas, hombre, - dijo Joe con tono burlón.
Desde su escritorio, Ben se acercó a su hijo mayor. Palmeó el hombro de Adam advirtiendo el polvo que provenía de su camisa. Adam los saludó y con ansiedad buscó alrededor del living. Ben sonrió comprendiendo muy bien qué era lo que su hijo buscaba. Le dijo que Matt estaba ayudando a Hop Sing con la cena. La sonrisa de Adam creció y luego de agradecer a su padre, se dirigió rápidamente hacia la cocina.
Un par de minutos más tarde regresó al salón principal llevando a Matt en sus brazos. El niño había recostado su cabeza contra el hombro de su padre y con una mano acariciaba el oscuro cabello de Adam.
- ¿ Te has portado bien? – preguntó Adam mientras se dirigía al sillón azul. Matt sonrió con expresión de orgullo, sin dejar de acariciar el hombro de su padre. - ¿ Estas seguro?
- Seguro Papi, pregúntale al abuelo, - sugirió Matt con ojos muy abiertos. Volvió su ansiosa mirada hacia su abuelo. – Dile abuelo. Ayer dijiste que era un buen chico.
- Eres un niño maravilloso, - respondió Ben y le guiñó un ojo a Adam.
Matt asintió satisfecho y miró a su padre con expresión angelical. Adam rió divertido y abrazó a su hijo lleno de amor. Algo raspó la mejilla de Matt y confundido frunció el entrecejo. Con detenimiento estudió el rostro de su padre y notó una oscura sombra que cubría gran parte de su cara.
- Papi, ¿ qué te sucedió en la cara? - preguntó perplejo. - ¿ Porqué está tan rasposa?
- Bueno, sucede que no me he afeitado por casi cinco días, - explicó Adam con ternura. Se frotó la cara e hizo una mueca. Bajó la vista y miró a Matt arqueando una ceja. - ¿ Te gusta de este modo?
- No, es feo, - respondió Matt torciendo su boca. – Nunca te había visto así.
Adam volvió
a reír y estuvo de acuerdo con su hijo.
-
Hijo, porque no vas a asearte, -
sugirió Ben. – La cena estará lista pronto.
Adam asintió y miró a Matt sonrientemente.
-
¿ Quieres venir conmigo así me
cuentas que has hecho con Molly y el abuelo?
-
Claro Papi, - respondió Matt
aferrándose al cuello de su padre.
Ben y sus hijos menores los observaron subir la escalera con ternura.
-
Qué agradable es verlo sonreír otra
vez, - pensó Ben en voz alta.
Joe y Hoss volvieron sus miradas hacia su padre y sonrieron. Ambos sabían cuán preocupado había estado por Adam y lo profundo que las palabras de su hermano mayor habían afectado a su padre.
Una hora
más tarde, Matt y Adam aparecieron en la cima de la escalera. Tomados de la
mano, padre e hijo bajaron la escalera, todavía conversando sobre las
actividades de Matt durante los pasados días. Adam llevaba una camisa negra y
un par de pantalones limpios. Si bien no se había afeitado, se lo veía prolijo.
En cuanto
llegaron al salón principal, Adam miró alrededor y vio la mesa lista para la
cena. Estoy muerto de hambre,
verdaderamente extrañé mi cama y la comida de Hop Sing. Sonrió y miró a
Matt correr hacia sus tíos que jugaban otra partida de damas. Adam frunció el ceño al notar que sus
hermanos vestían sus mejores trajes.
-
¿ Adónde van ustedes dos? –
preguntó al sentarse en el sillón azul y cruzar sus piernas relajadamente.
-
Vamos al baile – respondió Hoss con
amplia sonrisa.
Adam elevó una ceja y examinó intrigado el rostro de su hermano.
-
Te vez muy feliz Hoss. ¿Qué sucede?
-
Va al baile con Molly. Por eso esta
tan feliz, ¿ no es cierto tío Hoss? -
dijo Matt mirando a su tío con inteligencia.
Hoss asintió y revolvió el cabello de su sobrino, mientras Adam estudiaba la situación preguntándose si no estaría perdiéndose algo.
-
Molly le pidió a Hoss que sea su
pareja, - comentó Joe divertido. – Hoy se compró un vestido sensacional, Hoss.
Vas a ser la envidia del baile. – Hoss rió y asintió con orgullo. Joe se volvió
entonces hacia Adam. - ¿ Quieres venir con nosotros hermano?
-
De ninguna manera, - respondió Adam
tajantemente. – Esta noche quiero quedarme con Matt y dormir sin interrupción.
-
Hey Hoss, nuestro hermano mayor se
esta poniendo viejo, - dijo Joe con tono burlón.
-
Espera a que duerma un poco,
hermanito.
Hop Sing
llamó a los Cartwrights a cenar interrumpiendo la conversación. Adam fue el
primero en ponerse de pie y luego de alzar a Matt se dirigió hacia la
mesa, seguido un par de pasos detrás por Ben y los muchachos. Adam ubicó a Matt
y comenzó a llenar el plato de su hijo con comida. De pronto el niño saltó de
su silla.
-
Mira Molly, Papi esta aquí, - gritó
y corrió hacia ella. – UAU Molly, estas linda.
Los cuatro hombres clavaron sus miradas en ella. Joe silbó al codear a Hoss, e intercambiaron miradas cargadas de admiración. Ben sonrió complacido y asintió con aprobación. Adam la contemplaba en silencio, pues Molly le había robado el aliento. Mi Dios, pensó al sentir el temblor que recorrió su interior. Molly lucía un increíble vestido de terciopelo verde que la hacía irresistiblemente sensual. Y Molly en ese vestido hizo que la sangre de Adam se convulsionara y que su corazón se convirtiera en un volcán a punto de estallar. Sus ojos se cruzaron fugazmente con los de ella, pero debió desviar la vista al sentir una súbita aceleración en su pulso. Que demonios me pasa, se preguntó al sentir su corazón latir a gran velocidad. Una vez más recordó lo que sintió al besarla y en ese momento debió reprimir el deseo que se apoderó de él. Cálmate Cartwright, se ordenó y volvió su atención hacia Matt.
- Hola Adam, no sabía que habías regresado, - dijo Molly al pasar a su lado y suavemente le tocó el hombro.
- Hola Molly, - respondió Adam con cálida sonrisa. – Te ves muy bien con ese vestido. Hoss me comentó que vas al Baile con él.
Molly sonrió y asintió al sentarse a la mesa junto a Hoss. Recorrió la mesa con la vista y advirtió que todos la estaban mirando.
- ¿ Qué sucede? – preguntó con tono encantador.
- Estas preciosa Molly, - dijo Ben tierna y paternalmente al pasar el plato con la carne a Joe. – Hoss, vas a tener una ardua tarea para mantener a todos esos pretendientes en línea.
- Al menos que Molly pretenda lo contrario, - sugirió Joe con tono burlón y una pícara sonrisa en sus labios. Terminó de servirse la cena y pasó la carne a Hoss. - ¿ Porqué no nos dices qué pretendes Molly?.
- Bueno Joe, ahora que lo preguntas, - empezó diciendo e hizo una pausa solo para mirar alrededor de la mesa. Matt y Adam la miraba desconcertados mientras que Joe y Hoss sonreían divertidos. – Quiero que me presenten a todos sus amigos, - dijo con mirada traviesa. – No quiero ser soltera toda la vida. Quiero tener mi propia familia. – Sonrió con expresión soñadora. - Esposo y niños. Creo que es tiempo de pensar también en eso, ¿ no les parece?
Perdón, de qué esta hablando, pensó Adam mientras bebía un poco de vino. Pero qué diablos sucede aquí, se preguntó sin levantar la vista de su plato. Estuve fuera por cuatro días y ella esta pensando en un esposo. Manténte al margen Adam. Uno, dos, tres. Cálmate Adam.
- Creo que he desperdiciado demasiado tiempo esperando, - seguía diciendo Molly. Bebió un poco de vino, ademán con el cual mostró completo dominio de la situación. Hizo una nueva pausa y dejó la copa sobre la mesa. – Estoy cansada de esperar.
Adam sintió su fastidio convertirse en celos. Cuatro, Cinco, Seis. Cálmate Cartwright, te esta invitando a una confrontación. Da un paso al costado. Siete, ocho, nueve. El resoplido de Adam atrajo la atención de todos los sentados a la mesa. Joe y Hoss lo miraron preguntándose en qué estaría pensando. Molly lo miraba con ceño fruncido y algo de confusión.
- ¿ Qué sucede Adam? – preguntó con tono inocente y la mirada chispeante.
Bien
hecho Adam, ahora eres el centro de la conversación.
- No puedo creer que salgas a buscar marido, - dijo con sarcasmo.
- Le puedo preguntar porqué no Sr. Cartwright, - preguntó seca e irónicamente. Tomó su copa y bebió un poco de vino, escondiendo sus sentimientos.
- Simplemente no puedes salir a buscar marido, - respondió Adam y el toque de ironía no pasó inadvertido para Molly. – No pierdas el tiempo. Sabrás quién es el verdadero hombre en cuanto lo tengas delante.
Los ojos de Molly se clavaron en el rostro de Adam.
- Tal vez, pero he esperado demasiado tiempo a que ese hombre apareciera. Déjame recordarte que tú fuiste el último que apareció por aquí, - respondió con tono desafiante. Adam se sintió incómodo ante el comentario y estuvo a punto de decir algo pero Molly no se lo permitió. – De cualquier forma Adam, si permanezco más tiempo encerrada aquí, nunca encontraré a alguien.
Adam estudió su cara por unos segundos y luego clavó su mirada en el plato. No quiero tener esta clase de conversación en este momento. Ella va a un baile con Hoss, no hay ningún peligro en eso.
- No digas que no te lo advertí, - dijo Adam con voz neutra. – Es tu vida Molly.
- Vamos Adam, eres mi amigo, tienes que ayudarme con esto, - insistió Molly.
- ¿ Ayudarte con qué? – preguntó sin ocultar su malestar.
- A encontrar un marido, - respondió y miró al resto de la familia.
- No puedo ayudarte con eso, - dijo con tono desagradable.
Aquí van nuevamente. Ben tomó la copa y bebió un poco de vino mientras analizaba la situación. Molly y Adam estaban manteniendo su propia conversación como si estuvieran solos en la casa y sus comentarios estaban cargados de doble sentido. Ben la miró por el rabillo de sus ojos. Molly era un libro abierto para él y Ben podía leer en cada línea de su rostro lo profundamente enamorada que estaba de su hijo mayor. Tampoco era difícil notar que se esforzaba en demostrar que deseaba dejar de pensar en Adam. Si bien parecía muy segura con lo que estaba haciendo, Ben no estaba tan seguro. Pobre Molly, pensó, porque no se enamoró de otro hombre. Adam esta lejos de estar en condiciones de enfrentar cualquier tipo de relación. De hecho le esta tomando demasiado tiempo poder abrirse nuevamente a su familia.
Adam había volcado su atención nuevemente a su cena. Estaba cansado y quería compartir el resto de la noche con su hijo. Miró a Matt y frunció el ceño al notar que Matt estaba enfadándose. Se inclinó hacia él y le preguntó que le sucedía.
- Quiero ir a mi cama, - dijo y Adam notó el filo del enojo en su voz.
- Ven aquí, - dijo Adam suavemente. Tomó a Matt y lo sentó sobre su regazo. Matt se acomodó sobre las piernas de su padre y ubicó el pulgar en su boca. - ¿ Quieres que me quede contigo hasta que te duermas? – El rostro de Matt se iluminó con una sonrisa. Luego asintió y miró a su padre feliz. Adam sonrió y le acarició el rostro. - Mañana podemos ir a almorzar al lago. Solo tu y yo. ¿ Qué te parece?.
- Si, - gritó Matt y se aferró al cuello de Adam. – Quiero que me cantes una canción.
Adam se puso de pie con Matt en sus brazos. Sonrió al sentir la mano de su hijo acariciándole la cara. Suavemente lo besó en la frente.
- Di buenas noches a todos.
Matt se dirigió hacia el resto de la familia y sacudiendo su pequeña mano les deseó buenas noches. Su rostro mostraba claramente lo feliz estaba. Adam se dirigió hacia la escalera y empezaba el ascenso cuando su padre le dijo que lo aguardaría para poder conversar sobre los daños del cerco norte. Adam asintió mientras que Matt abruptamente miró a su abuelo con enojo.
- No, abuelo - gritó el niño indignado. – Dijiste que habías mandado a Papi lejos para poder estar conmigo. Ahora quiero estar yo con él, - dijo Matt con enojo y fastidio. Sus pequeñas manos acariciaban el cuello de su padre. – No es justo.
Ben contempló a su nieto sin poder creerlo. No recordaba haber permitido a ninguno de sus hijos gritarle de ese modo, mucho menos siendo menor a los cuatro años de edad. Qué carácter, pensó Ben. Matt estaba claramente contrariado. Una de sus manos apretaba con fuerza la camisa de su padre y la otra se hallaba aferrada al cuello de Adam. En su rostro se alojó una mueca de fastidio y no pudiendo contenerse movió sus ojos de un lado al otro con enojo.
- ¿ Qué te he dicho de ese gesto Matt? – gritó Adam enfadado. – No quiero escuchar otra vez que te diriges a tu abuelo, a tus tíos o a Molly de esa manera.
- Lo siento Papi, pero quiero estar contigo. Te extrañé, - dijo Matt con aniñada y suplicante voz y escondió su rostro contra el cuello su padre. Adam creyó que comenzaría a llorar en cualquier momento, pero para su sorpresa, Matt levantó su cabeza y miró directo a su abuelo. – Perdón abuelo, te quiero mucho.
- Matt, eres un chantajista, - dijo Adam sin poder creer la conducta de su hijo. - ¿ Dónde has aprendido ese comportamiento? - Matt no respondió la pregunta. Se recostó contra el hombro de Adam y cerró sus ojos. – Buenas noches a todos, - dijo al subir la escalera. – Que la pasen bien en el baile. – Se detuvo en la cima de la escalera y se volvió hacia su padre. Su mirada se le tornó divertida y una sonrisa cómplice bailó en sus labios. – Nos vemos mañana Papá.
Ben sacudió su cabeza con seriedad y lentamente una sonrisa comenzó a formarse en sus labios, al casi derretirse su corazón por las palabras de su nieto. Joe y Hoss rieron fuertemente bromeando a costa de su padre. Poco a poco las risas fueron decreciendo y todos comentaron lo celoso que Matt era con relación a la atención de Adam.
- Definitivamente es hijo de Adam. Al igual que su padre sabe perfectamente donde tocar cuando esta en problemas, - dijo Ben.
- Me encanta verlos conversar o simplemente mirarse, - comentó Molly con ternura.
- Sé a qué te refieres hermanita, - dijo Hoss. – Hay tanto amor y cariño en los ojos de Adam cuando mira a Matt.
- Los ojos de Adam pueden decir mucho si uno sabe cómo mirar, - repuso Ben y miró a Hoss con emoción. Joe y Hoss asintieron sabiendo a qué se refería su padre. – Puede ser muy sensible. – Esta vez todos notaron que pensaban en voz alta, feliz de volver a tener al verdadero Adam a su lado.
Molly no estaba prestando atención a lo que los Cartwrights decían, ella estaba en su propio mundo. Si bien estaba pensando en Adam, sus pensamientos eran dirigidos desde sus sentimientos hacia él. Luego de la escena que había presenciado, Molly supo que no encontraría a nadie que la inspirara como Adam. Más allá del apasionado y tierno hombre que había descubierto meses atrás, acababa de descubrir al cariñoso y devoto padre, capaz de cualquier cosa con tal de ver el rostro de Matt iluminado por la sonrisa. Lo quiero a él. Nadie puede reemplazarlo. Detente Molly. No podía controlar más sus sentimientos.
- Vamos o llegaremos tarde, - dijo Joe al dejar la servilleta junto a su plato.
- Iré por mi chal, - dijo Molly tratando de mostrarse segura. – Los veré afuera.
CUATRO
Adam entró en su cuarto agradeciendo que el día haya terminado. Lentamente se desvistió hasta quedar completamente desnudo y se recostó en su cama. No tenía deseos de leer esa noche y apagó la lámpara. Acomodó su cabeza contra la almohada y cerró sus ojos.
Cayó en un vívido sueño, en el cual se vio caminando por una estrecha calle parisina, tomado de la mano con Molly. Uno de los puentes que cruzaba el río Sena apareció frente a ella. Sin perder un segundo, ambos corrieron hasta llegar al medio del puente. Bésame mi amor, le decía ella con ansiedad, nos traerá suerte. La tomó en sus brazos con desesperación y la besó locamente, procurando retener en su alma todas las sensaciones que el contacto de sus labios producía. Estamos vivos Adam, recuerda eso mi amor. Somos libres como el viento. Solo tu y yo. No necesitamos a nadie más. Adam sintió su cuerpo vibrar y su alma regocijarse con el deseado beso. Suavemente retrocedió y delicadamente corrió con dos dedos los cabellos que ocultaban su rostro. El sonriente rostro de Molly lo contemplaba.
- Lo siento amigo, he perdido demasiado tiempo contigo, - dijo y se alejó corriendo. Un grupo de hombres la rodearon en el extremo del puente. Le sonrieron maliciosamente mientras conducían a Molly fuera del puente.
Adam despertó sobresaltado y empapado en sudor. Sentía un nudo en la garganta y una profunda perturbación en el alma. Dejó su cama y caminó alrededor de su cuarto, pero la sensación del sueño permaneció en él y lentamente el nudo de su garganta se esparció hasta su estómago. Tomó varios respiros intentando serenarse. Había cruzado esos mismos puentes gran cantidad de veces con Karen, su esposa, cuando ambos estuvieron en París. Y no podía entender cómo Molly había podido alterar tan fácilmente sus recuerdos. Adam frunció el ceño y se frotó la nuca pensando en ella. La imagen de Molly llenó su mente y esta vez Adam no luchó contra sus sentimientos al respecto.
No te engañes Adam, sabes perfectamente bien que estas celoso. Molly no te eligió esta vez. De hecho te dijo que esta cansada de esperar. Adam sacudió su cabeza y regresó a su cama. Pero no podía dormir. Miró por la ventana y se preguntó cuan fuerte sería su determinación de encontrar marido. No estoy listo para eso todavía. Adam se puso serio. Estaba confundido y una revolución parecía estar librándose en su interior. Sacudió su cabeza con exasperación. Cerró sus ojos e intentó retomar el sueño.
Adam despertó un par de minutos después del amanecer. Se sentía mucho mejor luego de dormir en su cómoda y caliente cama. Tenía la sensación de haber soñado con Molly, pero no recordaba el sueño en ese momento. Se sentó y luego de mover su cuello a ambos lados, dejó la cama. Estiró sus brazos y bostezó. Nada comparado con mi propia cama, pensó, espero que a Papá no se le ocurra enviarme a acampar por un tiempo. Fue hasta su armario y de pasada se miró en el espejo. Qué tenemos aquí, se preguntó e hizo una mueca. Te ves terrible Adam. Tomó los pantalones que había dejado sobre la silla junto a la ventana y se los puso. Luego buscó ropa limpia en su armario. Con sus botas todavía en la mano dejó su cuarto saboreando de ante mano el baño y la afeitada.
Luego de descansar toda la noche, de disfrutar de un baño caliente y de haberse afeitado, Adam se sentía un hombre nuevo. Volvió a su cuarto agradeciendo no haberse encontrado todavía con ningún miembro de su familia. Siempre había disfrutado esa hora de la mañana cuando la casa estaba en completo silencio dejándolo leer el periódico mientras saboreaba una taza de café en paz. Miró su imagen en el espejo y sonrió complacido con lo que vio. De alguna manera, al recordar la totalidad del sueño y cuan real lo sintió, Adam sentía que estaba comenzando una nueva etapa de su vida. Suspiró. Te estas poniendo viejo y sentimental Adam, le dijo a la imagen que tenía frente a él. Dejó su cuarto pensando en la taza de café que deseaba tomar.
El salón principal estaba desierto, pero Hop Sing ya tenía la mesa lista para el desayuno. Adam olió el fresco aroma del café y se dirigió directo a la cocina. Volvió al comedor un par de minutos más tarde llevando la cafetera y silbando llenó su taza. Luego tomó el periódico que Hop Sing ya había colocado junto a la taza de su padre y se hundió en las noticias. Adam había leído casi todo el periódico cuando escuchó pasos en el piso superior. Giró para mirar la escalera y vio bajar a su padre seguido de Hoss.
- Buenos días hijo, - dijo Ben y palmeó el hombro de Adam al pasar a su lado. - ¿ Dormiste bien?.
- Si Papá, gracias.
- Te veías terrible ayer hermano, - comentó Hoss con sonrisa amable.
- Exactamente así me sentía, al igual que exhausto, - dijo Adam y ahogó la risa al pasar la cafetera a su padre. – No se lo mencionen a Joe, pero casi no pude dormir sobre el suelo con la montura como almohada, - dijo y sonrió con sarcasmo. – Hombre, no he dormido en el suelo por años, había olvidado cuan incómodo podía ser.
- Te escuché hermano mayor, - dijo Joe dejando escapar una risa divertida. Cruzó el salón con paso rápido y palmeó la espalda de Adam mientras reía burlonamente. – Hoss, te dije que nuestro hermano mayor se esta poniendo viejo. – Adam sacudió su cabeza resignado pero dejó que una sonrisa apareciera en sus labios. – No olvides la apuesta Adam, - dijo Joe traviesamente esforzándose por contener la risa.
- Oh, tienes razón Joe. Lo había olvidado. Adam fue el último en llegar, - dijo Hoss uniéndose a la burla de su hermano menor contra Adam. – Tienes trabajo extra esta semana, hermano mayor.
Joe y Hoss rieron fuertemente. Adam torció su boca y arrogantemente elevó una de sus cejas mientras se servía huevos y tocino. Miró a Hoss y a Joe y sonrió sarcásticamente.
- Lo están disfrutando, ¿no es cierto? – masculló a regañadientes.
Ambos asistieron y sus risas fueron más sonoras que antes. Ben los contemplaba feliz, tratando de recordar la última ocasión en que los tres compartieron un momento de frescas risas. Los brillantes ojos de Adam se encontraron con los de su padre y Adam le dedicó un guiño demostrándole que estaba bien. Ben sonrió dándole a entender que lo sabía.
- Buenos días familia, - saludó Molly desde el pie de la escalera. Bostezó y cruzó el living dirigiéndose a ellos. Luego de saludarlos se ubicó junto a Ben.
Ben la miró con una sonrisa y le sirvió una taza de café. Ella asintió agradecida mientras colocaba su servilleta sobre su regazo.
- ¿ Cómo estuvo el baile? – preguntó Ben animadamente. Molly sacudió su cabeza y luego de apoyar el codo sobre la mesa dejó caer su cara sobre la palma de su mano. - ¿ Qué se supone que quiere decir eso?
- Sucedió que Tom Sanders quiso monopolizar a Molly, - empezó diciendo Joe dedicándole a Molly una mueca. – Pero en cuanto entramos al salón principal, Molly fue rodeada por otros hombres y Tom quiso defenderla.
- No necesitaba que Tom me defendiera, - protestó Molly enderezándose en su silla y miró a Joe. – Nadie me estaba molestando. Eran muy amables conmigo.
- ¿ Pero qué sucedió? – quiso saber Ben sin entender lo que decían Molly y Joe.
- Te lo voy a explicar Papá, - respondió Hoss sonrientemente. – Tom arruinó el baile. En cuanto Molly ingresó al salón, Tom se acercó a ella al igual que Marc Wells seguido por John Carson y otros que rodearon a Molly. Marc le pidió a Molly el primer baile pero antes que ella pudiera contestar, Tom arrojó una trompada que terminó en la mandíbula de Marc quien aterrizó sobre un grupo de señoras que conversaban en un rincón del salón. Sus acompañantes se pusieron furiosos y saltaron sobre Tom. Ese fue el comienzo y el lugar se convirtió en un desastre en cuestión de minutos. Molly sacudió su cabeza mientras le contaba a Ben cuan avergonzada estaba.
- Por supuesto, todos terminaron en la cárcel, - agregó Joe divertido y volvió sus ojos hacia Molly. – También le diste mucho trabajo al pobre Roy Coffee, mi querida Molly.
Molly volvió a sacudir su cabeza llena de vergüenza al sentir sus mejillas ruborizarse. Había sido tan embarazoso verlos pelear por ella. Pero fue mucho peor saber que todos los presentes sabían que ella era el motivo de la pelea.
- Parece que no podemos dejarte salir, - comentó Adam irónicamente. Molly levantó la vista y lo miró con disgusto.
- Métete en tus asuntos, quieres, - respondió Molly tajantemente al notar que en los labios de Adam se dibujaba una sarcástica sonrisa. – Deberías haber asistido al baile y enfrentar tus asuntos allí.
- Perdón, - dijo Adam arqueando una ceja con sorpresa. – No tenía ningún asunto en ese baile.
- Por supuesto que si, - respondió Molly rápidamente. – Deja que te cuente que uno de estos días deberías dejar ver tu hermoso rostro por Virginia City y enfrentar a todas tus mujeres, - dijo finalmente Molly y le sonrió maliciosamente. El rostro de Adam se volvió sombrío y una dura mirada se llenó de disgusto. – No me mires de ese modo. Me tienen harta esas víboras porque si no tenía suficiente con Marc y Tom, también tuve que lidiar con Mary Ann Wilson, Peggy Steward y creo que la otra era Sarah no sé cuanto. – Molly hizo una pausa sin ocultar su indignación. – Todas preguntando por ti, mi querido Adam.
Adam no respondió. Simplemente clavó su mirada en Molly. Joe los contempló divertidos sabiendo que su hermano y Molly estaban a punto de comenzar una de sus usuales batallas. Solo necesitan un pequeño empujón, pensó. Guiñó un ojo a Hoss.
- ¿ Qué querían? – preguntó con expresión inocente y le dirigió una traviesa mirada a su hermano mayor. Adam se enderezó en su silla y se puso en guardia en cuanto escuchó la pregunta de su hermano.
- Quieren a tu hermano, por supuesto Joe. Todas ellas quieren convertirse en la señora de Adam Cartwright, - comentó Molly con fastidio. Bebió su café y miró a Adam sobre su taza. Él tenía su penetrante y desconfiada mirada en ella. Tranquilo Adam, lo está pasando muy bien a costillas tuyas. – Bueno, tal vez te gustaría saber que les dije que una de estas noches podrían venir a cenar con nosotros, - dijo Molly y elevó las comisuras de su boca. – Una por vez claro está. – Disfrutando la situación, Molly hizo una pausa y con calma volvió su mirada hacia Ben, quien se divertía con la conversación. Molly le guiñó un ojo con disimulo. - ¿ Hay algún problema Ben?
- No querida. Es una maravillosa idea, - respondió Ben y rompió a reír divertido.
Adam sacudió su cabeza sin poder creerlo. Miró alrededor de la mesa sólo para comprobar que todos estaban divirtiéndose a su costa. Volvió su mirada hacia Molly.
- Hecho. Me encargaré de los preparativos para el próximo viernes, - comentó Molly y se puso de pie. - ¿ Está bien para ti querido? – preguntó dirigiéndose a Adam.
- Sabes Molly estaba de excelente humor esta mañana, - dijo Adam secamente. – Pero tú tienes el arte de cambiarlo. – Hizo una pausa y se limpió la boca con su servilleta. – Y por favor deja de llamarme querido, ¿ quieres? – agregó con exasperación.
- Si, supongo que tienes razón. No creo que a esas víboras le guste escuchar que me dirijo a ti de ese modo, - dijo Molly desde el medio del pasillo que conducía a la cocina. – No son muy amigables conmigo, sabes.
- Deténganse ustedes dos, - dijo Ben sin poder dejar de reír. – Molly dale un descanso. – Ben miró a Adam y al notar lo incómodo que su hijo se sentía decidió cambiar de tema. – A propósito Adam, hay un paquete con libros para ti. Llegó hace una semana, pero nunca lo retiraste.
- ¿ Cómo pude olvidarme? – dijo Adam.
- Tienes demasiadas cosas en la cabeza, - comentó Molly sarcásticamente al regresar de la cocina. – Mary Ann, Peggy, Sarah y quien sabe cuantas más.
Hoss y Joe rompieron a reír. Que diablos, se dijo Adam. No le permitas ganar. Adam elevó sus ojos al sentir el fastidio convertirse en enojo.
– Sabes, voy a pensar que estas celosa, - agregó cansado de sus comentarios.
– ¿ Moi?, de ninguna manera, - respondió desafiantemente. – Soy mucho mejor que todas ellas. Una pena que no te hayas percatado.
Adam estuvo a punto de pararse y responderle, pero Ben lo detuvo levantando una mano.
- Es suficiente, - dijo Ben seriamente al notar que la conversación se había vuelto algo áspera. – Porque no vas a despertar a Matt, - le sugirió a su hijo. Adam respiró hondo sin molestarse en ocultar su contrariedad y se puso de pie sin agregar una palabra. Ben sacudió su cabeza y miró a Hoss y a Joe que reían fuertemente. – Dejen de reír ustedes dos y vayan a atender sus tareas.
CINCO
Luego de dos semanas de trabajo ininterrumpido, reparando los daños ocasionados por el mal tiempo, Ben Cartwright le dio el fin de semana libre a sus empleados. Ben sabía que lo merecían, pero además deseaba que estuvieran frescos y descansados para afrontar el contrato maderero que Joe había firmado en Sacramento.
A diferencia de los otros peones, Jeremy Wheeler no deseaba permanecer en la ciudad. Tenía otros planes. Había visto que los tres hermanos Cartwright compartían un par de cervezas en Silver Dollar y también sabía que su padre se encontraba asistiendo a una reunión con su abogado. Eso dejaba a Molly sola en la casa y aprovechando eso, Jeremy decidió regresar al rancho.
Era un hombre alto y delgado, con ojos de un gris cristalino y cabello rubio. Una aniñada sonrisa parecía jugar en sus labios la mayor parte del tiempo, lo cual lo hacía parecer más joven. Tan solo unos años atrás, Jeremy se dirigía hacia Los Angeles cuando su caballo tropezó y perdió una herradura. A raíz de ello, no tuvo más remedio que detenerse en Virginia City. Estaba desmontando su caballo junto al establo público cuando algo acaparó toda su atención. Entrecerró sus ojos para observar a una muchacha que conversaba con un joven. Clavó sus ojos en su hermoso rostro al tener el pálpito de haberla visto antes, pero no logró recordar donde. Se encogió de hombros pensando que debía estar confundido. Había estado viajando alrededor del territorio por años y había conocido gran cantidad de mujeres hermosas que prácticamente no recordaba. Tal vez, me recuerda a una de ellas, pensó.
Luego de dejar su caballo en la cuadra, Jeremy se dirigió hacia la cantina en busca de una cerveza fría que lo refrescara. En cuanto entró a la cantina vio al hombre que había visto con la muchacha, conversando con el cantinero. Jeremy no soportó la intriga y se las ingenió para entablar conversación con el joven muchacho. Fácilmente descubrió que se trataba de Joseph Cartwright, el menor de los hijos del famoso ranchero, Ben Cartwright. Jeremy había escuchado hablar de los poderosos Cartwrights y su enorme Ponderosa. En ese momento, tuvo una corazonada y decidió que su viaje a Los Angeles podía esperar. Entre cervezas Jeremy mencionó que buscaba trabajo y preguntó a Joe Cartwright si tendría algo que pudiera hacer en su rancho. Era su día de suerte, los Cartwrights estaban contratando empleados.
Jeremy estaba muy cómodo trabajando en La Ponderosa. La paga era excelente y su Jefe un buen hombre, pero ese no era el motivo que lo retenía en el rancho. Permanecía allí por Molly. Cuanto más la miraba, más creía que la conocía de antes. Pero, de dónde era la pregunta que lo consumía. Los recuerdos llegaron a él una mañana y el descubrimiento lo sacudió fuertemente. Lo primero que cruzó su mente fue empacar sus cosas y dejar la Ponderosa tan rápido como le fuera posible, pero ante un segundo análisis decidió que había otro camino por tomar. Después de varios meses trabajando bajo las ordenes de los Cartwrights, Jeremy sabía muy bien que su jefe consideraba a Molly como parte de su familia, de modo que si la conquistaba y la hacía su esposa, un día parte de la rica Ponderosa sería suya. Nunca le permitiría recordar, por lo menos no antes de la boda, porque si lo hacía todo estaría perdido.
Durante los siguientes meses, Jeremy desarrolló la capacidad de pasar inadvertido y como una sombra se movía alrededor de la casa observándola. La seguía sin ser visto, estudiando cada movimiento de su rostro y de su cuerpo, y aprendiendo de memoria su inalterable rutina. Estaba orgulloso de saber que nadie la conocía como él. Ante sus ojos Molly era vulnerable, pues Jeremy podía destruir su armónico mundo cuando quisiera hacerlo. Como Molly era la llave hacia un próspero futuro, cada vez que tenía ocasión, Jeremy le mostraba cuán caballero era, representando el rol de hombre atento y bueno. Ella compró su representación y lo que era más importante a Molly parecía gustarle.
Su determinación a casarse con ella se convirtió en una obsesión y Jeremy se encontró pensando noche y día en su plan. Estaba listo en poner en práctica la segunda parte del plan cuando el hijo pródigo regresó al hogar. Molly cambió en el mismo instante que Adam Cartwright ingresó a la casa. La observó esa tarde, como siempre lo hacía, y notó el mínimo cambio en sus ojos. Desde ese día en adelante, ya no tenía tiempo para hablar con él como hacía en el pasado, pues siempre estaba demasiado ocupada cuidando al hijo de Adam Cartwright.
Con el paso de los meses, Jeremy comenzó a escuchar gran cantidad de rumores sobre Molly y el mayor de los hermanos, pero él no los creía. Una maravillosa mujer como ella no se enamoraría nunca de un hombre tan arrogante, pensaba, y su odio hacia Adam Cartwright crecía silenciosamente, culpándolo de haber alterado su plan
Jeremy ingresó al jardín de la casa y sonrió maliciosamente al ver a Molly jugando con Matthew Cartwright. Dirigió su caballo hacia el establo donde desmontó. Con las riendas todavía en sus manos se acercó a ella y ató su caballo al corral. Se volvió hacia Molly mientras tomaba de su montura un ramo de flores.
- Creí que todos ustedes se quedarían en Virginia City hasta mañana a la noche, - dijo ella con voz suave y amable.
- Estaba cansado de esa ruidosa ciudad. Decidí regresar aquí, - respondió Jeremy al entregar a Molly el ramo de flores. – Esto es para usted señorita Molly. Un pequeño presente por el desagradable momento que sufrió ayer en el baile, - dijo sin que la sonrisa desapareciera de su rostro. Molly asintió en agradecimiento al tomar las flores y las contempló encantada. – Parece que ni Tom ni Marc saben como tratar a una hermosa mujer como usted.
- Eres muy amable Jeremy. Muchas gracias por las flores y el cumplido, - respondió ella con enorme sonrisa, mientras tomaba a Matt de la mano. - ¿ Quieres tomar una taza de café? – Jeremy asintió esforzándose por contener su excitación. – Vamos a la casa.
Mientras Molly se dirigió a la cocina en busca del café y un jarrón para las flores, Jeremy se ubicó en el sofá. Sonrió maléficamente al advertir que había sido más sencillo de lo esperado. Había esperado tanto ese momento que prácticamente no podía creer que se encontraba dentro de la casa grande aguardándola. Jeremy asintió y recorrió el salón con la vista preguntándose que sentiría de ser el dueño de una casa tan maravillosa. No había tenido una casa propia en su vida. Pronto, será pronto, pensó con malicia. Sus ojos se encontraron con los recelosos ojos de Matt que desde el sillón azul lo observaba con desconfianza. Jeremy odiaba al niño tanto como odiaba a su padre.
Matt se había ubicado en el sillón azul desde donde lo estudiaba. No le gustaba que otro hombre viniera a la casa a visitar a Molly. El niño temía que uno de esos hombres que mostraban tanto interés por ella, se llevara a Molly lejos de él. Decidió hablar al respecto con su padre como siempre hacía cuando necesitaba aclarar algo que lo perturbaba.
Molly regresó de la cocina llevando una bandeja con varias tazas, la cafetera y un vaso de leche para Matt. Miró a Matt con extrañeza al notar la mirada de desconfianza y la seriedad de su rostro.
- ¿ Qué sucede Matt? – preguntó suavemente. Matt sacudió su cabeza negativamente mientras se ponía de pie dejando el sillón y caminó pensativamente hacia la escalera. – Matt, ¿ no quieres tu vaso de leche?
- No gracias. Quiero jugar con mis soldados, - murmuró entre dientes.
- Esta bien, - respondió al observarlo subir la escalera.
Molly ubicó la bandeja sobre la mesa y rápidamente llenó dos tazas con café, mientras le preguntaba a Jeremy sobre su vida pasada. Entonces está interesada después de todo, observó él y el pensamiento lo hizo sonreír. Tomó la taza que Molly le ofrecía y bebió un poco de café. Miró a su alrededor con expresión pensativa decidiendo sus próximas palabras. Debía crear una buena historia pero no estaba nervioso por eso, pues era verdaderamente bueno en ese aspecto. Jeremy se recostó contra el respaldo del sofá sintiéndose importante y cruzó sus piernas. Le contó sobre su infancia en Denver como el menor de cinco hermanos. Habló más de media hora sobre su infancia, el rancho en el que había trabajado junto a su esposa y cuan terrible había sido perderla. Luego de ese hecho, dejó todo y se dedicó a recorrer el territorio en busca de una nueva vida.
Molly siguió la historia en silencio afectada por el triste tono de su voz. Nunca antes lo había escuchado de esa manera y estaba descubriendo a un hombre sensible y profundo, duramente golpeado por una vida dura.
Adam ingresó a la casa y se sorprendió al encontrar a uno de los peones tomando café con Molly. No le gustó y no intentó ocultar su contrariedad. Dejó su sombrero en el gancho de la pared y colocó su cartuchera sobre el aparador de la entrada.
- Sr. Cartwright – dijo Jeremy poniéndose de pie abruptamente. Estrecharon sus manos con firmeza. – Vine a visitar a la señorita Molly. Quería demostrarle que no todos los hombres son como Tom Sanders y Marc Welles, - le explicó con una sonrisa.
- No tienes que explicarme nada, - contestó Adam secamente dirigiéndole una dura mirada a Molly. - ¿ Queda café para mí?
- Srta. Molly, es hora que me vaya, - dijo Jeremy suavemente antes que ella pudiera responderle a Adam. Estaba enojado pues Adam había interrumpido el maravilloso momento que estaba compartiendo con Molly. – Es tarde y no quiero molestarla más.
Molly lo siguió hasta la puerta de entrada. Abrió la puerta y Jeremy comenzó a salir, pero se detuvo en medio del umbral y se volvió a mirarla.
- Señorita Molly, me preguntaba si aceptaría dar una paseo conmigo, - preguntó tímidamente.
- Bueno, estoy muy ocupada en estos días, - respondió sin saber cómo declinar la invitación sin parecer descortés. – Pero en cuanto tenga un momento libre te lo haré saber. Gracias por la invitación Jeremy.
Jeremy asintió y sobre su hombro miró a Adam. Se despidió de él y dejó la casa sin esperar la respuesta de Adam.
Molly cerró la puerta en cuanto Jeremy dejó la casa. Se dejó caer contra la puerta con alivio. Si bien había disfrutado la compañía de Jeremy, Molly no deseaba tener ningún tipo de relación con él. Se enderezó y elevó la vista. Adam la contemplaba con picardía.
- Si tienes algo que decir, hazlo de una buena vez, - dijo Molly tajantemente.
- Me estaba preguntando porque nunca se me ocurrió invitarte a dar un paseo, ni que decir de traerte flores, - dijo con tono sugestivo. - ¿ Me dirás cuándo tendrás un rato libre para dar un paseo conmigo?
- Oh, veo que estas de excelente humor esta tarde, - dijo con tono irónico mientras caminaba hacia el sofá. Adam elevó una ceja mostrándole que aguardaba una respuesta. – Esta bien. Creo que tengo algo de tiempo para ti mañana, - dijo sentándose en el sofá frente a él. Adam elevó las comisuras de sus labios y asintió satisfecho. – Hecho. Aquí tienes tu café, - dijo Molly entregándole la taza a Adam. – Matt esta arriba en su cuarto. Estoy segura que debe estar durmiendo.
Adam asintió y bebió su café. Molly colocó las tazas que ella y Jeremy habían usado y llevándose todo se dirigió hacia la cocina. Adam no podía quitar los ojos de Molly. Estaba cansado y preocupado. Esa tarde cuando compartía algunas cervezas con sus hermanos en Silver Dollar, había escuchado a muchos hombres hablando de Molly. No le gustó, como tampoco le gustó encontrar a Jeremy Wheeler solo con ella. Estaba empezando a descubrir cuan importante era ella para él y cuan celoso estaba.
Jeremy entró a la casa de los peones sintiendo el enojo crecer en su interior. Pateó una silla y arrojó su sombrero contra la pared. Estaba seguro que Adam Cartwright había regresado al rancho sabiendo que Molly se encontraba sola en la casa. Jeremy se recostó sobre su catre y cruzó sus brazos tras su cabeza. Tengo que pensar en la forma de detener a ese Cartwright, pensó. Podía sentir la furia emerger al imaginar las diferentes maneras de que podía ser detenido. Sonrió maliciosamente, pero decidió esperar tan solo un poco más. Siempre había sido un hombre paciente.
SEIS
Después de cenar la familia se reunió alrededor del hogar. Si bien estaban prácticamente en primavera, la temperatura seguía siendo baja. Ben y Molly conversaban sobre la mercadería que Molly debía comprar al día siguiente. Hoss y Joe habían comenzado una de sus usuales partidas de damas, mientras Adam intentaba leer sobre la cabeza de Matt, puesto que el niño se negaba a dejar su regazo.
- Molly, ¿ quién era ese hombre? – preguntó Matt sorpresivamente y su voz captó la atención de todos pues el niño había estado extrañamente callado durante toda la cena.
- Era Jeremy Wheeler, - respondió ella mirándolo. – Es uno de los peones.
- Pero, ¿ es amigo tuyo? – insistió Matt al no estar todavía satisfecho con la respuesta.
- No creo que pueda llamarlo de ese modo, - comentó Molly con expresión pensativa. Frunció el ceño intrigada. - ¿ Porqué lo preguntas?
- No me gusta, - respondió simplemente y se encogió de hombros.
- ¿ Porqué? – preguntó Adam sorprendido y cerró su libro, dedicándole toda su atención.
- Porque mira a Molly como si quisiera comerla, - fue la rápida respuesta de Matt. Cinco pares de ojos se clavaron en el pequeño rostro. – Si, mira a Molly como el tío Hoss mira a su comida, - agregó con aire inteligente.
Si bien fue un comentario gracioso, sólo Matt sonrió. Hoss torció su boca y frunció el ceño. Molly sintió sus mejillas ruborizarse y bajó la vista al ser incapaz de mirarlos, pues podía sentir la mirada de Adam clavada en su rostro. Ben y Joe, en cambio, escondieron la diversión detrás de sus tazas de café.
- Me disculpan por favor, - dijo Molly con incomodidad y rápidamente se dirigió a la cocina.
Joe guiñó un ojo a Hoss y retomaron el partido de damas, mientras Adam abría nuevamente su libro. Matt siguió a Molly con ojos confusos. Miró a su padre y le preguntó qué le sucedía a Molly. Adam se encogió de hombros sin levantar la mirada del libro. Ben hizo una mueca mientras se frotaba la mandíbula, sabiendo que Matt se dirigía a él. Y así lo hizo.
- Abuelo, ¿Molly se va a ir con uno de esos hombres? – preguntó preocupado. Ben se puso serio y cruzó sus brazos sobre su pecho, mientas que Joe y Hoss miraban a su sobrino intrigados. Matt los miró. – No quiero que se vaya.
- ¿ Porqué dices eso Matt? – preguntó Joe intentando entender.
- No lo sé, - dijo con aire inteligente al abrazarse con expresión pensativa. – No me gusta el modo en que los hombres la saludan en Virginia City. – Hizo una pausa y miró a su padre. – Papi, tienes que hablar con ella, - rogó, - no puedes dejar que se vaya.
Adam se puso alerta. El mensaje era muy claro, y torció su boca sabiendo que Matt había querido decir: no puedes permitir que nos deje a ti y a mí. Elevó una ceja repentinamente incómodo y no necesitó mover sus ojos de Matt para saber que los curiosos ojos de su padre y hermanos estaban clavados en él. Toda la situación era exactamente lo que Adam deseaba evitar, por lo menos hasta que tuviera una decisión tomada.
- Mi amor, Molly no se va a ir a ningún lado, - dijo finalmente Adam con voz suave pero tensa, sabiendo que sus palabras eran también para sí.
Matt se recostó contra su padre. Se mordió el labio inferior con concentración. Adam sabía que la conversación no había terminado. Ben colocó su codo sobre el apoya brazos del sillón dejando descansar su mentó sobre el puño. Intercambió miradas divertidas con Joe y Hoss. Los tres comprendían que Adam estaba en problemas y esperaban ver cómo se desembarazaba de su hijo. De repente el rostro de Matt se iluminó y una sonrisa rompió en sus labios.
- Papi, tengo una idea, - dijo entusiasmadamente.
- No estoy seguro de desear escucharla, - murmuró Adam entre dientes y le dio un sorbo a su café.
- Mira, si te casas con ella nunca nos dejará. Estará conmigo para siempre. – La voz de Matt estaba tan llena de entusiasmo que sus palabras llenaron el salón. Adam se atragantó con el café en cuanto escuchó las sugerencias de su hijo. Comenzó a toser y por un par de segundos no pudo hablar.
- ¿ Estas bien, hermano? – preguntó Joe socarronamente, mientras Hoss contenía la risa. – Qué idea tan brillante Matt, - agregó Joe traviesamente volviendo su mirada hacia su sobrino.
Adam hizo una mueca y miró a su padre y hermanos, pero sus ojos volvieron a Matt rápidamente al notar sus rostros llenos de diversión. Se presionó el puente de su nariz con dos dedos pensando qué podría decir. Optó por la verdad, al menos parte de ella.
- Mira Matt, no puedo casarme con Molly para que permanezca a tu lado, - dijo Adam firmemente.
- Pero Papi, ¿ no la quieres? – preguntó el niño perplejo. – Yo la quiero.
Mala respuesta Adam, presta atención, se gritó a sí mismo. Miró a Matt y logró sonreír.
- Hablaremos de eso mañana, - sugirió suavemente mientras acariciaba el rostro de Matt rogando que su hijo no notara que eludía la pregunta.
- Pero prométeme que lo pensarás, - insistió Matt con voz suplicante. – Por favor Papi, por favor.
- Fin de la conversación, Matthew, dije que mañana. – La voz de Adam estaba llena de exasperación. Matt hizo una mueca y elevó sus ojos en señal de impaciencia. Había aprendido que cuando su padre le hablaba de ese modo no tenía sentido insistir. – Es hora que vayas a la cama.
- Siempre es mi hora de dormir cuando estamos en la mejor parte de la conversación, - se quejó Matt con fastidio y aire arrogante al dejar las piernas de Adam. El rostro enojado de su padre le mostró que estaba empezando a impacientarse por su comportamiento. Matt se enfureció de pronto y corrió hacia la cocina.
- Matthew, ven aquí, - gritó Adam exasperado.
Matt regresó unos minutos más tarde de la mano de Molly. Al llegar al pie de la escalera, Molly se arrodilló frente a él y tomó el rostro de Matt en sus manos.
- No te preocupes mi amor, no me voy a ir a ningún lado, ¿ está bien? – Matt asintió y la abrazó diciéndole buenas noches. – Ese fue un maravilloso abrazo.
- ¿ Quieres otro? – preguntó Matt orgullosamente y le dedicó una hermosa sonrisa. Molly asintió y Matt la abrazó al tiempo que ella lo alzaba.
La familia entera los observaba con ternura. Adam podía sentir la sonrisa que se expandía desde el fondo de su corazón. No deseaba mostrarla, pero finalmente brotó en sus labios antes que pudiera advertirlo. Su corazón latía aceleradamente al disminuir su resistencia frente a la conmovedora y tierna escena. Era una sensación arrolladora y Adam quería abrazarlos a ambos, pero no lo hizo. En cambio respiró hondo y apartó sus emociones. Quería desaparecer en el piso superior. Necesitaba organizar sus sentimientos luego de sentir que repentinamente comenzaba a perder el control. Necesitaba encontrar la manera que su corazón dejara de latir del modo en que lo hacía; detener el temblor que se apoderó de él. Pero por sobre todo, necesitaba dejar de pensar en todos esos hombres que la pretendían y deseaban casarse con ella. Adam se acercó a Molly y tomó a Matt de sus brazos. Intercambiaron miradas fugazmente pero Molly desvió sus ojos rápidamente y caminó hacia el sofá donde se sentó. Matt sacudió su pequeña mano hacia el resto de la familia mientras Adam sentía la escalera.
Ben bebió un poco de café mientras estudiaba su rostro sobre la taza. Sus ojos clavados en la espalda de Adam. Era evidente que Molly había escuchado la sugerencia de Matt como así también la respuesta de Adam. Luego de terminar la partida de damas, Hoss se sentó a su lado. Una vez más Joe había ganado y frotando sus manos le preguntó a su hermano si deseaba jugar otra partida. Hoss sacudió su cabeza negativamente y se dirigió a Molly.
- Molly, ¿ porqué crees que Matt dijo que nos dejarías? - quiso saber Hoss. - ¿ Sucede algo que debamos saber?
- No Hoss, - respondió Molly débilmente al dirigir una mirada a los tres. Su rostro se veía ensombrecido. – Si algo así sucediera, ustedes tres serían los primeros en saberlo.
- ¿ Qué sucede Molly? - preguntó Joe al sentarse sobre la mesa ratona frente a ella. – Te ves triste.
- No estoy triste. Quiero decir, triste no es la palabra, - respondió con voz llena de incomodidad y vergüenza. Elevó la vista hacia la cima de la escalera asegurándose que Adam no estaba allí. – Quiero mucho a Matt. Quiero estar con él todo el tiempo, y estoy segura que su comentario hizo que Adam se sintiera incómodo. – Molly hizo una pausa al sacudir su cabeza con preocupación. – No quiero que esté incómodo por mí.
- No esta incómodo por ti, - dijo Hoss esbozando su típica dulce y tierna sonrisa. – Adam se incomodó por la sugerencia de Matt.
- Tal vez, pero creen que tratará de alejar a Matt de mí, para evitar… ustedes saben… lo que Matt dijo, - agregó llena de vergüenza.
- Vamos Molly, - dijo Hoss moviéndose más cerca de ella y pasando uno de sus enormes brazos sobre sus delgados hombros. – A Adam le encanta que estés acá.
Molly elevó la vista y miró a Hoss, luego a Ben hasta detener su mirada en Joe. Los tres le sonreían dándole a entender que lo que Hoss había dicho era cierto. Lentamente, Molly dejó que una tímida sonrisa apareciera en sus labios.
- Los quiero a los tres, - dijo con emoción colocando una mano sobre el brazo de Ben, la otra sobre la pierna de Joe y recostándose sobre Hoss. Respiró hondo y se puso de pie, mientras le decía que iría a acostarse. – Buenas noches. Los veré mañana.
Adam ingresó a su cuarto todavía pensando en la sugerencia de Matt. Lentamente se desvistió y se recostó en su cama. Apagó la lámpara y se acomodó bajo las sábanas preguntándose si Molly los había escuchado. Adam estaba confundido. En un principio negó sus pensamientos pretendiendo que lo que Matt había dicho era lo más estúpido del mundo; una locura. Pero un par de minutos más tarde sólo quería tomar a Molly en sus brazos y no soltarla. Adam sacudió su cabeza con exasperación. Odiaba sentirse de ese modo. Cruzó sus brazos detrás de su cabeza sin ningún deseo de dormir. Estaba inquieto y a menos que llegara a buenos términos con sus sentimientos, enfrentaría una noche en vela. Respiró hondo y cerró sus ojos tratando de relajarse.
OK. Adam esta es la situación, empezó diciendo su voz interior tan pronto como cerró sus ojos. Has estado bajo estricto control por tanto tiempo que ni siquiera reconoces tus propios sentimientos. Por años te mentiste pretendiendo que todo estaría bien si cerrabas tu corazón, impidiendo que el amor vuelva a lastimarte. Bueno hombre, has estado mortalmente errado y con tu hermetismo aumentas el dolor. De hecho, lo que sientes es amor y lo sabes. Así como también sabes que lo que Matt dijo es exactamente lo que has estado evitando pensar durante toda la tarde. Con fastidio se acomodó bajo las mantas y torció su boca mientras su voz interior lo enfrentaba con sus sentimientos. Si Cartwright, la amas tanto como era capaz de amar. No te das cuenta que te destruyó tu inteligente cerebro; no te das cuenta que se metió bajo tu piel y que no hay modo de sacarla de allí. Desde el momento en que la besaste, te has estado preguntando cuándo podrías hacerlo nuevamente. Adam sonrió con añoranza y mordió su labio inferior preguntándose qué podría hacer. Enfréntalo hombre, quieres tenerla entre tus brazos y besarla hasta quedarse sin respiración.
- Y mucho más también, - dijo en voz alta y una sonrisa brotó entre sus labios.
No resultó tan doloroso enfrentar sus sentimientos, pero era extraño advertir que de pronto era capaz de sentir tanto amor. Vamos hombre, su voz interior gritó con enojo. Acéptalo como es. La quieres a tu lado día tras día, por el resto de tu vida. La amas con mayúsculas. Lo que Matt dijo es cierto. No puedes permitir que nos deje. Matt la quiere como si fuese su madre. Adam abrió sus ojos. En la oscuridad de su cuarto, todo cuanto podía ver era su rostro y sus oídos estaban llenos de su dulce y delicada voz y su contagiosa sonrisa. Y lo estas echando a perder con tanto pensar. ¿ Qué estas esperando? O es que te sientes demasiado cómodo tras esa fría cortina de tristeza y soledad. Cualquiera sea la respuesta, a menos que hagas algo vas a perderla. Se casará con cualquier. Hoy escuchaste cómo los hombres de Virginia City hablan de ella. Adam frunció el ceño y se sentó en su cama repentinamente alarmado. Oh, parece que empiezas a ver el panorama de la situación, dijo su voz interior irónicamente y Adam dejó escapar un bufido cargado de exasperación. La estas lastimando con tus dudas sin fin. Y se va a cansar. ¿ Vas a dejar que se marche porque estas aterrado de enfrentar la felicidad nuevamente? ¿ Estas cayendo tan bajo?. Adam sentía una abrumadora revolución en su interior al mezclarse la ira con los celos. Si la amas, debes arriesgarte. Por el amor de Dios cruza la línea. Va a ser muy doloroso verla casarse con otro hombre.
- De ninguna manera, ella no se va casar con otro que no sea yo, - dijo con fastidio. De pronto sonrió sintiéndose mucho mejor. – Suena bien. Espero que no sea demasiado tarde.
Adam cerró sus ojos, la sonrisa permanecía en sus labios. Durmió el resto de la noche en paz.
SIETE
A la mañana siguiente, cuando Adam bajó a desayunar encontró a su padre sentado a la mesa con Hoss, Joe y Molly. Cruzó el salón principal con paso ligero, ansioso por comenzar un nuevo día.
- Buenos días a todos, - los saludó lleno de entusiasmo y su sonriente rostro atrajo la atención de todos.
Joe y Hoss intercambiaron miradas preguntándose qué podría haberle sucedido durante la noche que Adam estaba de tan buen humor esa mañana. Ben estudió el rostro de Adam y notó que sus ojos vagaban alrededor de la mesa deteniéndose fugazmente en el rostro de Molly. Bueno, bueno, bueno, pensó mientras bebía un poco de café, qué tenemos aquí. Ben supuso qué podría estar generando tan buen humor en Adam y decidió darle un pequeño empujón en el asunto.
- Adam, estoy enviando a tus hermanos a chequear las reces que están cerca del cerco norte, - dijo Ben firmemente y observó a Adam asentir mientras bebía un poco de café. – Planeo ir yo mismo a la parte sur del rancho y cotejar que haya pinos suficientes allí para cumplir con el contrato que Joe cerró en Sacramento. – Ben hizo una pausa y mordió una tostada. - ¿ Te molestaría si llevo a Matt conmigo?
- No, - respondió Adam con una sonrisa preguntándose a donde conduciría toda esa conversación. Miró a su padre divertido. - ¿ Porqué no me dices qué tienes en mente para mí?
- Bueno hijo, estaba a punto de pedirte que te quedes aquí y encuentres la mejor manera de entregar esos pinos con rapidez, - dijo Ben con determinación.
Adam elevó uno de los extremos de su boca analizando las palabras de su padre. Entonces asintió. Ben notó al instante que el rostro de Adam se iluminaba. Entonces supuse bien, pensó con emoción. Sus ojos se encontraron con los de Adam, quien lo miraba con complicidad al jugar en sus labios una pícara y traviesa sonrisa. Bueno, él también me conoce, pensó Ben divertido. Paseó su mirada alrededor de la mesa y detuvo sus ojos ante el ceñudo rostro de Joe, obviamente no muy satisfecho con la distribución de las tareas. Se lo explicaré más tarde, se dijo Ben a sí mismo. Y antes que su temperamental hijo dijera algo, Ben se dirigió a Molly.
- Molly agregué estas cosas que necesito que compres – dijo entregándole una lista prolijamente escrita.
Molly asintió y silenciosamente tomó el papel que Ben le estaba entregando y lo ubicó junto a su taza. Tenía el mismo semblante que la noche anterior y Ben se preguntó si Adam sabría como ella se sentía al respecto.
- ¿ Estás bien Molly? – preguntó Adam unos minutos más tarde. Necesitaba comenzar cualquier clase de conversación con ella, no importaba cual fuera el tema. – No has dicho ni una palabra desde que me senté a la mesa.
Molly no levantó la mirada de su desayuno. Se limpió la boca con su servilleta y la colocó junto a su taza de café.
- No dormí bien, eso es todo, - dijo ella y se puso de pie antes que Adam hiciera más preguntas. – Quiero comenzar temprano. Por favor discúlpenme.
Adam la observó dirigirse a la cocina e inconscientemente mordió su labio inferior inmerso en sus pensamientos. Se había decidido. Esperaría que Molly regresase de Virginia City. Almorzaría sólo con ella, donde tendría mucho tiempo para hablarle de sus sentimientos. Adam dejó que su mirada vagase por la mesa y notó que su padre y hermanos lo observaban. Se limpió la garganta y se puso de pie diciendo que iría a despertar a Matt.
- Supongo que todos desean comenzar el día cuanto antes, - dijo. Dejó caer el comentario como si estuviese sugiriendo algo.
Ben contuvo la risa y meneó su cabeza, contento de ver que Adam finalmente había decidido mostrar sus sentimientos.
Molly condujo la carreta por las polvorientas calles de Virginia City y se detuvo frente al Almacén de Ramos Generales del señor Samuel. Luego de saludar a varios conocidos ingresó. Encontró al señor Samuel detrás del mostrador analizando algunos papeles. Molly lo saludó y le entregó la lista de mercaderías que adquiriría esa mañana. Mientras el señor Samuel reunía toda la mercadería, Molly caminó por el almacén sin prestar demasiada atención a cuanto veía. Sus pensamientos estaban llenos de Adam. Estaba abrumada por el desconcierto. No podía entenderlo. Justamente la tarde anterior había coqueteado con ella y Molly sintió un lazo entre ambos. Pero después de esa conversación, Adam no volvió a dirigirse a ella. Eso la hizo advertir que una vez más lo había mal interpretado. La confirmación llegó al escuchar su reacción ante la sugerencia de Matt. Y luego, esa misma mañana, volvió a dirigirse a ella con intensidad y Molly sintió el lazo nuevamente. ¿ Está jugando conmigo? se preguntó al convertirse la incertidumbre en tristeza.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una conversación que dos muchachas compartían.
- Es espléndido y tan atractivo, - una de ellas estaba diciendo. – Sabes Peggy, estoy segura que uno de estos días vendrá a visitarme.
- ¿ Porqué estas tan segura, Mary Ann? – dijo Peggy. – He escuchado gran cantidad de rumores sobre él y Molly. Uno de los peones de la Ponderosa le comentó a mi hermano que hay algo entre ellos.
- Oh, vamos Peggy, ella es el ama de llaves del rancho, - dijo Mary Ann arrogantemente y dejó escapar un soberbio bufido. – No puedes creer que Adam la este tomando en serio. Deja que te explique algo. Adam Cartwright es un hombre apasionado, no puede estar solo. Creo que simplemente debe estar divirtiéndose con ella y eso es todo. – Hizo una pausa al ver a la señora Samuel acercarse. Mary Ann se dirigió a ella y rápidamente le solicitó las telas que había encargado. Cuando la señora Samuel se alejó de ellas, Mary Ann se dirigió a Peggy y continuó con lo que estaba diciendo. – Mira Peggy, no es una dama como nosotras. Ninguna de nosotras aceptaríamos conducir una carreta, mucho menos encargarnos de comprar la mercadería para un rancho. – La voz de Mary Ann estaba cargada de altanería. Resopló sarcásticamente. – Ella es como otro Hop Sing para los Cartwrights. Y te aseguro que no es la esposa que Adam elegiría.
- Sabes esta mañana escuché que muchos de los peones de la Ponderosa están interesados en ella, - mencionó Peggy con diversión en la voz. Mary Ann asintió y rió fuertemente.
- Mejor para mí, - comentó Mary Ann. – Encaja con ellos. - La señora Samuel volvió a interrumpirlas y le entregó a Mary Ann las telas que había ordenado. – Muchas gracias, Sra. Samuel, - dijo Mary Ann con sonrisa cortés. – Mi padre pasará luego a pagarle.
- Está bien, Mary Ann – respondió la señora Samuel. – Que tengan un buen día señoritas.
Dejaron el almacén riendo fuertemente como si una de ellas acabara de hacer algún comentario gracioso. Molly permanecía escondida tras unos vestidos que colgaban en el rincón trasero del almacén, preguntándose si la habrían visto. Quería desaparecer en el aire al ser abrumada por una mezcla de sensaciones. No podía moverse y su estómago parecía haber dado varias vueltas. Las tajantes y arrogantes palabras de Mary Ann se habían clavado en su alma como filosos cuchillos y Molly se negaba a admitir que esta vez Mary Ann había dado en el blanco. Sus palabras la hicieron comprender porqué Adam había reaccionado del modo en que lo hizo la tarde anterior y porque estuvo tan encantador esa mañana. Esta jugando conmigo, pensó con tristeza. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas al sentir cuanto lo amaba y lo doloroso que ese amor era. De pronto se sintió pequeña, disminuida y poco importante. Se secó las lágrimas de la cara y tragó esforzándose por contener el llanto como así también la presión que contraía su pecho impidiéndole respirar.
Media hora más tarde, Molly salía del almacén para chequear que Johny, el asistente del Sr. Samuel, ubicara todo lo que había comprado en la carreta. Pero Molly no estaba prestando atención en lo que estaba haciendo el muchacho. Quería regresar al rancho. Su corazón parecía desangrase y necesitaba estar sola y llorar.
- Gracias Johny, - dijo cuando el muchacho terminó su tarea y le daba una propina.
- De nada Srta. Molly, - respondió con amplia sonrisa.
Molly lloró todo el trayecto hasta la Ponderosa, pero su tristeza trajo a su mente algo más en qué pensar. Y Molly se encontró preguntándose qué sucedería si Adam volviera a casarse. ¿ Se llevaría a Matt lejos de ella?. Podía soportar la distancia de Adam y sus juegos, pero nunca soportaría alejarse de Matt.
Molly ingresó al jardín de la casa y no se sorprendió al ver a Jeremy ajustando la montura de su caballo. Detuvo la carreta junto al porche de entrada de la casa donde Jeremy se hallaba.
- Hola Srta. Molly, - la saludó con amplia sonrisa. – Ha comprado mucho hoy.
- ¿ Cómo estas Jeremy? – lo saludó tratando de aparentar naturalidad sobre la tristeza que sentía. Ella sabía que él intentaría comenzar algún tipo de conversación, como siempre hacía cuando se encontraban, de manera que se anticipó. – Lo siento Jeremy, pero no soy buena compañía hoy, - dijo suavemente, pues casi no podía hablar por la angustia. – No me siento muy bien.
- No tiene nada que explicarme señorita Molly, - dijo Jeremy con amabilidad. – No se preocupe, yo me encargo de llevar todo esto dentro por usted.
- Gracias Jeremy, eres siempre tan amable, - dijo ella.
Jeremy la observó caminar hacia la gran casa. Estaba seguro que estaba triste, pero había sido amable y dulce con él y eso era suficiente para saber que él todavía le gustaba.
Molly ingresó a la casa esforzándose por controlar las lágrimas. Encontró a Adam parado junto al escritorio de su padre. Una taza de café en su mano derecha y la mirada clavada en los papeles que estaba estudiando. Fijó la vista en él y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas sin control. Adam se inclinó hacia atrás frunciendo el ceño al ver a Molly mirándolo con enojo, y el rostro cubierto de lágrimas. Dejó la taza sobre el escritorio y caminó hacia ella preocupado.
- ¿ Qué sucedió? – preguntó tomándola de los hombros.
Molly analizó su rostro antes de responder. Había algo extraño en los ojos de Adam pero no pudo comprender de qué se trataba. Sacudió su cabeza negativamente esforzándose por contener las lágrimas, pero ya era demasiado tarde para ello. Si bien Molly no deseaba que él estuviera allí reconfortándola, dejó que Adam la rodeara con sus fuertes brazos, sabiendo que desesperadamente lo necesitaba a él y sólo a él.
– Dime qué te ha sucedido, Molly – insistió Adam mientras la conducía hacia el sofá.
- No quiero hablar contigo, - dijo sacudiendo su cabeza negativamente. Adam la hizo sentar sin quitar su brazo de sus hombros.
- No tienes porque hablar si no lo deseas, - dijo con voz baja y suave. – Pero me quedaré aquí contigo.
Adam la apretó fuertemente contra su cuerpo, mientras le frotaba el brazo con su mano. En un principio el cuerpo de ella estaba tenso, rígido como si se resistiese a su cercanía, pero poco a poco comenzó a relajarse. Adam sintió como ella recostaba su cabeza contra su pecho. Con movimientos lentos Adam la rodeó con ambos brazos, mientras que suavemente besaba su frente.
- ¿ Porqué no me cuentas? – susurró Adam. Molly escondió su rostro contra el pecho de Adam y comenzó a llorar. - ¿ Porqué lloras Molly? Me estas asustando.
- ¿ Qué piensas de mí, Adam? - Su voz llegó como un murmullo amortiguado contra el cuerpo de Adam. Se la escuchaba débil y confusa. - ¿ Cuál es mi lugar en esta casa?
Adam se puso serio y se tomó varios segundos para preguntarse qué o porqué estaba haciendo ese tipo de preguntas. Abruptamente ella se separó de él. Las lágrimas todavía corrían por su rostro. Adam estaba confundido y estudió su rostro buscando algo que lo ayudara a adivinar qué estaba sucediéndole.
- ¿ Porqué estas haciendo ese tipo de preguntas? – preguntó preocupado, mientras le secaba suavemente las lágrimas de su rostro. La tomó nuevamente por los brazos. – Mírame Molly, - dijo suavemente, pero ella no levantó la vista de su falda. Con delicadeza, Adam la atrajo contra su cuerpo. – Molly tú eres parte de esta familia, sabes muy bien que eres una de nosotros, – susurró directamente en su oído mientras le acariciaba la espalda, sintiendo su cuerpo que volvía a ponerse tenso entre sus brazos.
- ¿ Estas conforme con el modo en que cuido a Matt? – Su voz era débil y llena de angustia, y Adam sintió su cuello humedecerse con las lágrimas de ella. – Me dijiste una vez que me dejabas cuidar a Matt porque no tenías otra alternativa. Pero, si te casas otra vez, te lo llevarás lejos de mí, ¿ no es cierto?
- ¿ Qué? – gritó Adam y lentamente se separó de ella con el objeto de mirar su rostro. Estaba sorprendido, confundido, completamente desconcertado con lo que ella estaba diciendo. - ¿ De qué estas hablando?
Molly bajó la vista y sus dedos comenzaron a jugar nerviosamente con los pliegues de su falda. Adam tomó suavemente su mentó y elevó su rostro hasta que sus ojos se encontraron.
- Molly, sabes que no quise decir eso, - dijo Adam avergonzado de sus propias palabras. – También sabes que adoro verte con Matt.
Molly se perdió en la intensidad de sus ojos pardos como le había sucedido meses atrás. Quería permanecer allí para siempre; necesitaba al hombre que tenía frente a ella. Una tierna sonrisa brotó en los labios de Adam y una vez más él le secó las lágrimas del rostro. Molly no podía mover sus ojos de él.
- Sabes que hay gran cantidad de rumores sobre nosotros en Virginia City, - dijo suavemente, embrujada por sus ojos. Adam asintió al apartar delicadamente varios mechones de su rostro, ubicándolos tras sus orejas. – Mucha gente piensa que estas divirtiéndote conmigo. Que estas jugando conmigo.
- ¿ Tu verdaderamente crees eso? – preguntó sacudido no por lo que ella acababa de decir, sino por el extraño tono que había utilizado. Molly se encogió de hombros y apartó sus ojos de él. – Mírame Molly, - pidió Adam. Ella así lo hizo. Adam estudió su rostro por un par de segundos. Su corazón galopaba rápido y su estómago tembló. El momento de hablar había llegado, podía sentirlo. - ¿ Cómo puedo convencerte que están equivocados? – preguntó sumisamente.
Molly se encogió de hombros nuevamente. Sus ojos estaban clavados en los de Adam y él pudo sentir su temor y desconfianza. Quería tomarla en sus brazos y besarla. Estaba a punto de hacerlo, cuando alguien llamó a la puerta quebrando el mágico momento entre ambos. Hizo una mueca y se dirigió hacia la entrada principal. Encontró a Jeremy Wheeler parado en medio del porche llevando dos enormes cajas.
- Perdón Sr. Cartwright, pero la señorita Molly me pidió que traiga esto a la casa, - dijo Jeremy secamente, esforzándose por mantener la calma. Adam asintió sin prestarle demasiada atención y le dijo que dejara las cajas sobre la mesa. – Señorita Molly dejé todo lo demás en la cocina con Hop Sing, - le dijo amablemente cuando la vio sentada en el sofá. Ella le sonrió y asintió. Jeremy frunció el ceño y se acercó a ella luego de dejar las cajas sobre la mesa. - ¿ Está usted bien señorita Molly?. Parece triste.
- Estoy bien Jeremy, - respondió ella. – Gracias por preguntar.
Adam hizo una mueca molesto por el modo en que Jeremy se dirigía a ella. No le gustaba el modo en los hombres la miraban y estaba resuelto a terminar con eso. Caminó hacia ella y clavó sus oscuros ojos en Jeremy.
- ¿ Algo más Jeremy? – preguntó firmemente dándole a entender a Jeremy que debía marcharse. Jeremy movió su cabeza negativamente y se dirigió hacia la entrada principal. – Jeremy, podrías por favor preparar el coche, - pidió Adam antes que Jeremy llegara a la puerta.
- Seguro señor Cartwright, - respondió Jeremy tajantemente y dejó la casa.
Al encontrarse nuevamente solos, Adam se ubicó junto a ella. Molly lo estudiaba, tratando de adivinar qué tenía planeado. Adam sonrió y sus ojos brillaban como estrellas en la noche.
- ¿ Quieres almorzar conmigo? – preguntó Adam al tomar las manos de ella entre las suyas. – Hay un maravilloso lugar que quiero que veas.
- Eres un enigma para mi Adam, - dijo ella temerosamente. – Y duele. No estoy segura de querer creerte.
Adam pasó su brazo sobre los hombros de Molly.
- Dame la oportunidad de demostrarte que no estoy jugando contigo, - dijo tiernamente. – Quiero apaciguar todo entre nosotros, aclarar todo. Y no quiero ninguna interrupción.
Molly no sonrió pero asintió.
Jeremy observó a Adam conducir el coche fuera del jardín de la casa. Molly se hallaba sentada en silencio a su lado. Jeremy frunció el ceño al recordar que ella había dicho que no se sentía bien. Me ha mentido, se preguntó, por supuesto que no, pero ese Cartwright tiene el arte de convencerla de cualquier cosa. Jeremy sintió la furia brotar. Tenía que hacer algo para detener a Adam Cartwright. Tal vez la solución sería matarlo, pensó y la sonrisa que apareció en sus labios brilló con malicia en sus ojos. Buscó su caballo luego de decidir que los seguiría.
OCHO
Adam condujo el coche por un pasaje angosto bordeado de pinos. Molly observaba el lugar intrigada, y sin quitar los ojos de los alrededores preguntó a dónde se dirigían. Adam sonrió y la miró por el rabillo del ojo.
- Solo tres personas conocen este lugar, - explicó Adam con voz suave y profunda. – Lo encontré una tarde luego de regresar de la universidad. – Su voz se volvió soñadora y lejana. Molly estudió su atractivo rostro divertida notando que se había perdido en sus recuerdos. – Es mi lugar favorito del rancho. Cada vez que necesito estar solo y tomar una decisión importante, encuentro mi refugio aquí. – Hizo una pausa vagueando por sus recuerdos. De pronto levantó su mano y señaló con su dedo la vista que apareció frente a ellos. – Mira.
Era la más maravillosa vista del lago que Molly haya visto. Adam detuvo el coche al borde de un barranco, desde dónde en silencio contemplaron el maravilloso paisaje por un par de minutos. El barranco conducía a un campo abierto, el cual estaba parcialmente forestado y finalizaba en la orilla del lago Tahoe. Molly elevó los ojos y contempló el majestuoso lago escoltado por los verdes y frondosos pinos.
Adam bajó del coche y se volvió hacia ella.
- Hay una manera de bajar con los caballos, pero esta más lejos, - comentó Adam mientras la ayudaba a descender. – Hay una senda por donde podemos descender.
- Es tan hermoso Adam, - dijo ella maravillada.
Adam asintió con una sonrisa, mientras pasaba un brazo sobre los hombros de ella.
- Sabes, años atrás estuve a punto de casarme, - empezó diciendo Adam y una vez más Molly lo observó perderse en sus recuerdos. – Quería tener mi hogar, un lugar donde poder vivir con mi familia. – Hizo una pausa y dejó escapar un dejo de risa la cual no llegó a brotar. – Quería mi propia Ponderosa, quería construir mi propio sueño. Entonces comencé a construir mi casa.
- ¿Aquí? – preguntó Molly casi en un murmullo. Adam sonrió y sacudió su cabeza negativamente.
- Nop. La quería pero no lo suficiente como para sacrificar este lugar, - respondió y Molly advirtió un dejo de satisfacción escondido tras sus sentimientos. – Tomé la decisión correcta, ella no me quería.
Molly lo rodeó con sus brazos preguntándose como pudo esa mujer resistirse a amarlo. Lo estudió. Adam se veía perdido en algún lado, como si miles de sueños y recuerdos de su temprana juventud se hubieran apoderado de él. Adam suspiró y la sonrisa que lentamente brotó en sus labios encendió su rostro. Bajó la vista hacia ella.
- Bueno, señor Cartwright, ¿ qué hacemos aquí? – preguntó pícaramente. Impulsivamente, Adam la abrazó y la besó fuertemente. – No estoy segura si esa era la respuesta que esperaba, - dijo Molly y presionó sus labios..
Adam rió fuertemente y por primera vez desde que lo conoció, Molly vio a un Adam Cartwright lleno de felicidad. Ella no pudo evitar sonreír al advertir que Adam era capaz de lograr que el sol brillase sólo para ella cuando dejaba que esa maravillosa y fresca risa brotara. La tristeza y la confusión que Molly había sentido tan solo minutos antes había desaparecido completamente.
- Vamos, - dijo como un niño ansioso mientras tomaba del coche la canasta con el almuerzo.
A pesar de la salvaje vegetación una senda se abrió frente a ellos, y los ayudó a encontrar el camino hacia el descampado. Molly caminaba tras Adam preguntándose si habría sido él quien había hecho ese camino a través de los años. Cuando llegaron al campo, Adam dejó la canasta junto a un enorme árbol y se acercó a la orilla del lago. Molly lo siguió con los ojos. Lo observó moverse por los alrededores, llenar sus pulmones con el fresco aire y dejar que sus sueños más profundos emergieran. Si Molly necesitaba algo que la ayudase a borrar todas las dudas que tenía respecto a los sentimientos de Adam, en ese momento se sintió rodeada de respuestas. Generalmente las palabras no eran necesarias con Adam, especialmente si se trataba de sus sentimientos, y él siempre lograba maravillarla. Y allí estaba él, parado en medio del campo, tan lleno de vida y de sueños. Cuánto más descubría de él, más lo amaba.
Adam volvió su mirada a Molly y sus ojos sonrieron gritándole con cada parpadeo cuánto la amaba. Molly caminó hacia él y Adam la tomó en sus brazos, atrayéndola con fuerza contra su cuerpo. Bajó su rostro hacia ella y la besó libremente.
- Quiero que me cuentes tus sueños, - dijo Molly y una enorme sonrisa rompió en sus labios. – ¿Quieres compartirlos conmigo?
Adam asintió con felicidad. Sin quitar los brazos de los hombros de Molly, la hizo girar para enfrentar la barranca. Levantó una mano y señalando el lugar que había escogido comenzó a hablar. En primer término, describió la fachada de la casa y el salón principal, donde tendrían un cómodo living, un amplio comedor y un estudio donde Adam trabajaría y tendría todos sus libros. Luego, mencionó el piso superior con, por lo menos, cinco habitaciones. Las palabras salían de su boca como si hubiese abierto la puerta de sus sueños como nunca había hecho antes. Hablaba incontrolablemente pero con tal precisión que Molly podía ver la casa como si ya estuviese construida. Hizo una pausa y suspiró. La enfrentó y delicadamente acarició su hermoso rostro. Deslizó un abrazó alrededor de su cintura y la sostuvo en silencio. El cuerpo de Molly tembló ante los intensos ojos de Adam, y dejó sus manos reposar sobre sus fuertes brazos. Adam estudió su rostro como no lo había hecho antes. Recorrió delicadamente con un dedo sus mejillas. Su piel era suave y tersa; su cabello castaño corría como seda entre sus dedos. Adam se llenó de su belleza y poco a poco absorbió toda su frescura. Molly no se movió. Era tan agradable sentir el contacto de sus dedos contra su piel, su boca tan cerca de la suya, su cuerpo fundido contra el de ella. Deseaba que Adam continuara acariciándola y que nunca se detuviera.
– Adam. – Su nombre llegó de su boca como un ruego. – Me estas volviendo loca, - murmuró al sentir su corazón acelerase y entrar en un rítmico galope.
Delicadamente la besó en la mejilla y ella elevó sus ojos buscando su boca.
- Shhhh, - dijo él.
Bajó las manos hasta el largo y descubierto cuello de Molly y suavemente lo acarició con la punta de sus dedos. Quería recorrer cada centímetro de ella; no deseaba detenerse. Estaba sintiendo nuevamente, recordando como sentir otra vez; recordando cuán bueno podía ser. Ella se estremeció contra su cuerpo y su respiración se tornó ligera. Estaba abrumada por una sensación que no podía resistir y estaba segura de una sola cosa, lo deseaba terriblemente.
– Me rescataste Molly, me has traído nuevamente a la vida. – La voz de Adam era profunda, llena de todos esos sentimientos que tan bien había escondido. – Quiero compartir todo contigo. Mi vida, mis días y mis noches, pero por sobre todo quiero que seas parte de mis sueños. - Sus palabras llegaron desde el fondo de su corazón. La besó apasionadamente. Brevemente separó sus labios de los de ella. – Quiero que camines a mi lado el resto de mi vida. ¿ Qué dices a eso?
- Digo que si, - gritó Molly e impulsivamente se aferró al cuello de Adam riendo felizmente.
Adam la alzó y la cargó hasta el pie de la barranca sin mover sus labios de los de ella. Con suma delicadeza la recostó a la sombra de un enorme ombú. Su sonriente y radiante rostro lo invitaba a acercarse y Adam lentamente se recostó a su lado. Sus labios se fundieron en un fuerte y largo beso, dejando que los sentimientos flotaran entre ellos. Se sumergieron en su amor y atracción, liberando sus fantasías y deseos. La pasión los envolvió, haciéndolos olvidar de todo, salvo ellos mismos.
Jeremy los observaba desde la cima de la barranca. Con cada beso que Adam le daba, la furia se incrementaba. Elevó el rifle que llevaba en sus manos y les apuntó. Claramente veía la sien de Adam. Sonrió maliciosamente. Sería muy sencillo matarte en este momento Cartwright, pero no voy a hacerlo. Quiero verte sufrir, quiero verte sangrar, rogar. Jeremy bajó el rifle y se dirigió a su caballo. No quería seguir mirando. Era muy consciente de no ser capaz de controlarse cuando se ponía así. No podía arriesgarse. No antes de matar a Adam Cartwright.
NUEVE
Ben Cartwright empezaba a preocuparse. La tarde caía lentamente y no tenía la menor idea de dónde podían encontrarse Adam y Molly. De pronto no parecía tan buena idea haberlos dejado solos en la casa. Ben caminaba nerviosamente frente al hogar, bebiendo su café preguntándose una y otra vez dónde podrían estar. Joe y Hoss lo observaban divertidos, sin poder comprender a qué se debía tanta preocupación.
- Cálmate Papá, - dijo Hoss pretendiendo seriedad. – Estoy seguro que están pasando un muy buen momento juntos. Por otra parte, fue tu idea dejarlos solos en la casa. Y este es el resultado.
- No comprendo por qué tuvieron que dejar la casa, - se quejó Ben sacudiendo su cabeza con fastidio.
- Quizás no deseaban ninguna inesperada interrupción, - balbuceó Joe pícaramente, mientras guiñaba un ojo a Hoss.
Ben frunció el ceño y fijó sus ojos en el menor de sus hijos. Estaba a punto de decir algo cuando Matt apareció en la cima de la escalera. Cuidadosamente el niño colocó su mano en la baranda y descendió. En cuanto llegó al salón principal, corrió hacia su abuelo. Ben lo alzó, ubicándolo sobre sus piernas.
- ¿ Dónde están Papi y Molly? – preguntó.
- Eso es exactamente lo que quisiera saber, - masculló Ben acompañado de una mueca. Acarició delicadamente el rostro de Matt y se puso serio. – Deberías estar durmiendo ahora.
- No quiero dormir, - fue la rápida respuesta. Matt miró alrededor y sus ojos se detuvieron en su tío Hoss, quien se frotaba el estómago al tiempo que una mueca aparecía en su rostro. – Tío Hoss, ¿ podemos ir a buscar galletitas?
Una sonrisa iluminó el rostro de Hoss quien con entusiasmo asintió. Joe contuvo la risa al recordarle a su hermano que habían cenado tan solo media hora atrás. Hoss se encogió de hombros y extendió su mano a su sobrino. Juntos caminaron hacia la cocina.
Ben se puso de pie y luego de tomar la cafetera llenó su taza. Risas provenientes del porche de entrada llamaron su atención. Dejó la taza sobre la mesa y se dirigió rápidamente hacia la puerta de entrada. En cuanto abrió la puerta, encontró a Molly y a Adam besándose apasionadamente en medio del porche. Joe se encontraba parado a pocos pasos de su padre y ambos contemplaron la escena boquiabiertos y atónitos. De pronto la magnitud del beso los obligó a desviar la vista. Ben aclaró su garganta trayéndolos a la Tierra.
- Oh, ahí están, - dijo Adam altaneramente. Se volvió hacia ellos sin quitar su brazo de la cintura de Molly. Elevó una ceja con arrogancia. - ¿ Mirando? – agregó seca y sarcásticamente.
Ben hizo una mueca de incomodidad y miró a Joe sobre su hombro, luego se volvió hacia su hijo mayor. Adam suspiró guiñando un ojo a Molly y ella le devolvió la sonrisa con complicidad. La tomó de su mano y caminaron hacia la casa evitando las estupefactas miradas de Ben y Joe.
Matt apareció corriendo desde la cocina. Su boca llena con galletitas de chocolate, mientras Hoss caminaba un par de pasos detrás llevando en sus manos un plato con más galletitas. En cuanto Adam vio a Matt, se agachó colocando una rodilla en el suelo y abrió sus brazos esperando recibir a su hijo. Matt se arrojó contra su padre y automáticamente Adam lo alzó.
- ¿ Dónde has estado? – preguntó inocentemente. – Estabamos preocupados.
- ¿ Preocupados? ¿ Porqué?
Matt hizo una mueca dándole a entender a su padre que no importaba demasiado la respuesta, por sobre el hombro de Adam, vio a Molly quien lo miraba con ternura.
- Molly, ¿ me cuentas una historia?
- Claro mi amor, - respondió ella con dulzura y emoción. Tomó a Matt de los brazos de su padre y ella y Adam intercambiaron miradas llenas de silenciosos mensajes.
- Estaré contigo en un momento, - murmuró Adam suavemente. Molly asintió y se dirigió hacia la escalera.
Ben y sus hijos menores observaron la escena y una vez que Molly desapareció en el piso superior, sus miradas se dirigieron hacia Adam. Sus ojos brillaban extrañamente y una delicada sonrisa jugaba en sus labios. Joe guiñó un ojo a Hoss y ambos se acercaron a su hermano mayor. Inconscientemente Adam suspiró y esa fue la invitación que Joe y Hoss necesitaban para saltar sobre él.
- ¿ Qué han estado haciendo ustedes dos? – preguntó Joe a Adam.
Adam cruzó sus brazos mientras una de sus cejas comenzaba a elevarse. Le dirigió una mirada arrogante a Joe, quien lo miraba con chispeantes ojos cargados de ansiedad. Luego miró a Hoss y notó su rostro lleno de entusiasmo. Hoss asintió y dejó escapar una ahogada risa. Adam meneó su cabeza y suspiró arrogantemente. Sus ojos se encontraron con los de su padre y notó que estaba preguntándose lo mismo.
- Hombre, usen su imaginación, - dijo sarcásticamente y se dirigió hacia la mesa donde estaba el brandy. – No creo que deba explicarles a ustedes dos ese tipo de cosas, - agregó con arrogancia mientras se servía un vaso de brandy. Estaba a punto de burlarse de su padre, pero decidió dejarlo ahí.
Joe y Hoss hicieron muecas de disgusto y ambos volvieron sus miradas hacia Ben. Joe meneó su cabeza en dirección a su hermano mayor, pidiéndole a su padre que intervenga. Ben se encogió de hombros y se frotó la mandíbula pensando en la mejor manera de obtener algún tipo de información de su hermético hijo. Adam bebió su brandy sabiendo exactamente que estaba sucediendo a sus espaldas. La estaba pasando bien. Vio a su padre acercarse dubitativamente y Adam presionó sus labios esforzándose por contener la sonrisa que luchaba por romper en sus labios.
- Hijo, ¿ hay algo que quieras compartir con nosotros? – preguntó Ben mientras llenaba una copa de brandy.
Adam ocultó su diversión tras su bebida y se volvió a mirar a su padre. Frunció el ceño pretendiendo buscar en su mente algo que mereciera ser mencionado. Torció su boca con clara expresión de no tener nada importante para decir y lentamente sacudió su cabeza negativamente. Se dirigió hacia el sillón azul dónde se sentó. Arrogantemente se recostó contra el respaldo y cruzó sus piernas mostrándoles su mejor cara de pocker. Adam jugaba con su brandy pretendiendo no notar que Joe y Hoss tenían los ojos clavados en él. Podía apostar que sus hermanos no se darían por vencidos tan fácilmente, de modo que no se sorprendió cuando los vio rodeándolo.
En ese momento, Matt apareció en la cima de la escalera llamando a su padre. Adam se puso de pie sonriendo abiertamente. Dejó su copa sobre la mesa y caminó hacia la escalera.
- Papi, ¿ vas a casarte con Molly? – preguntó ansiosamente.
Adam se puso serio y colocó sus manos sobre su cintura.
- No puedo creer que te lo haya dicho. – Supo que había sido un error decir tales palabras en cuanto salieron de su boca. Bueno, tampoco podía negarlo, pensó.
- Molly no me dijo nada, - respondió Matt atónito y sus ojos comenzaron a crecer. – Tu me dijiste ayer que hablaríamos hoy al respecto, - explicó Matt y en su rostro la sorpresa fue convirtiéndose en felicidad, al comprender qué era lo que su padre intentaba mantener en secreto.
- Bien hecho, Papá, - dijo Molly con amplia sonrisa. – Afortunadamente sugeriste que no les dijéramos nada de momento, - agregó con tono burlón y ojos llenos de emoción. Molly alzó a Matt y el niño rodeó su cuello con sus brazos. – Vamos mi amor.
- Entonces, ¿ vas a ser mi mamá? – preguntó todavía sorprendido por la noticia.
- Vamos a la cama, - respondió ella con ternura. – Es demasiado tarde para ti.
Adam trató de seguirlos, pero dos manos lo tomaron por los hombros impidiéndoselo. Hizo una mueca de resignación y se volvió a enfrentar a sus ansiosos hermanos y a su conmovido padre.
- Bueno, lo acaban de escuchar, - dijo simplemente y una tímida sonrisa apareció en sus labios mientras se frotaba la nuca.
Hoss pasó un brazo por los hombros de su hermano mayor y fue el primero en felicitarlo. Joe estrechó su mano con la de Adam y le palmeó el brazo. Ben lo contemplaba con una sonrisa.
- Bueno, Papá finalmente vas a tener la boda que siempre quisiste en La Ponderosa, - dijo con voz llena de orgullo y una sonrisa que crecía con cada segundo que pasaba.
Profundamente conmovido frente a la felicidad del mayor de sus hijos, los ojos de Ben se llenaron de lágrimas. Adam caminó hacia su padre y Ben lo abrazó palmeando suavemente su espalda.
- Estoy tan feliz por ti, Adam – dijo Ben colocando ambas manos en los hombros de Adam.
Molly bajó las escaleras y sonrió al ver a Joe y a Hoss haciendo bromas sobre Adam.
- Déjenlo en paz, - dijo divertida y rió. Se acercó a ellos y deslizó un brazo por la cintura de Adam. Él sonrió lleno de amor y pasó su brazo sobre los hombros de Molly atrayéndola contra él. – Por otra parte, ustedes tres no van a felicitarme, creo haber hecho un gran trabajo para atrapar a Adam.
Hasta Adam rió con el comentario y dejó que sus hermanos acapararan a Molly.
- Tenemos mucho que hacer si vamos a tener una boda en este rancho, - dijo Ben mientras distribuía las copas para sus hijos y Molly. Elevó su copa hacia ellos. – Salud.
DIEZ
Como había sucedido años atrás, Adam pidió a su padre que lo ayudara con el abastecimiento de madera que necesitaba para levantar su casa. Pero esta vez, Ben insistió en que Joe y Hoss ayudaran a su hermano. La mínima idea de Adam trabajando solo traía malos recuerdos a la mente de Ben. Evidentemente Adam sintió lo mismo, pues no ofreció resistencia.
Adam estaba dándole el último vistazo a los planos de la casa, cuando Molly se acercó a él llevando una taza de café. Tenía pensado comenzar con la construcción de la casa esa misma mañana y estaba un poco nervioso y ansioso. Molly pasó un brazo por la cintura de Adam y recostó su cabeza contra su hombro. Con expresión pensativa, Adam la abrazó y en silencio ambos contemplaron los planos. Joe y Hoss ingresaron a la casa y se unieron a ellos.
- La carreta esta lista Adam, - dijo Hoss a su hermano al llegar a su lado.
- Sport también esta ensillado, - agregó Joe.
Al no recibir ninguna respuesta ambos miraron los planos que Adam había diseñado.
- Es hermosa Adam, - dijo Hoss con una sonrisa. – Tú si que sabes dibujar.
- Bueno Hoss soy ingeniero y tengo una especialización en arquitectura, - respondió Adam con orgullo. – Lo cómico sería que no supiera hacerlo.
Hoss asintió y presionó sus labios lleno de admiración.
- Prométeme que diseñarás una para mí el día que decida casarme.
- Por supuesto Hoss, - dijo Adam lleno de satisfacción. Palmeó la espalda de su hermano ofreciéndole una amplia sonrisa. – Va a ser un verdadero placer hermano.
- Vamos, quiero comenzar con esto cuanto antes, - los interrumpió Joe ansioso. – Cuanto antes comencemos antes vamos a terminar.
Adam asintió y rápidamente reunió los planos esparcidos sobre el escritorio. Molly caminó con ellos fuera de la casa y los despidió desde el porche. De pronto tuvo la sensación que alguien la observaba y miró alrededor con cierta turbación, pero el jardín y los alrededores estaban desiertos dado que los peones estaban atendiendo distintas tareas en diferentes partes del rancho. Sin embargo, tenía la sensación que alguien la observaba. Se encogió de hombros restándole importancia al asunto y regresó a la casa.
Antes de comenzar con sus actividades en la casa, Molly fue hasta el escritorio de Ben en busca de la taza que Adam había utilizado. Un papel enrollado captó su atención. Lo tomó y reconoció los dibujos y los números de Adam. Molly meneó la cabeza preguntándose si Adam los necesitaría. Tomó la decisión al dirigirse a la escalera.
Tan solo cinco minutos más tarde Molly bajó al salón principal vestida con ropa adecuada para montar. Tomó los planos del escritorio y con paso acelerado salió de la casa. Molly dudó unos segundos al advertir que no había en las cercanías ni un solo peón que pudiera ayudarla a ensillar a Handsome. Ni siquiera Hop Sing estaba en la casa. Vio a Sport atado al poste junto al porche, Molly lo contempló sabiendo que era la mejor elección que tenía, aunque Adam no lo aprobase. Se encogió de hombros y caminó hacia el caballo.
Molly montó a Sport hábilmente. No era un secreto para ella que Sport era un caballo brioso y temperamental, difícil de montar y manejar.
- Eres muy parecido a tu dueño, ¿no es cierto muchacho? – dijo ella con una sonrisa al tiempo que le acariciaba el cuello amigablemente.
Sport entró en galope en cuanto Molly lo tocó con sus talones y ella advirtió al instante que todo cuanto había escuchado sobre el caballo de Adam era cierto. Sport era realmente difícil de manejar, pero era rápido como el rayo y ágil como un gato. A cierta distancia, Molly vio la carreta conducida por Hoss y a Cochise que despreocupadamente trotaba a su lado. Molly sonrió y obligó a Sport a correr más rápido.
Joe fue el primero en escuchar el salvaje galope de un caballo. Miró alrededor y frunció el ceño al advertir que se trataba del caballo de su hermano.
- Adam, alguien esta montando a Sport, - dijo con perplejidad. Hoss detuvo la carreta abruptamente mientras que Adam alarmado se volvía a mirar sobre su hombro al caballo que se acercaba a ellos a gran velocidad. – Esta corriendo desaforadamente.
El rostro de Adam se puso pálido en cuanto vio que era Molly quien lo conducía.
- ¿ Qué diablos esta haciendo? – gritó con enojo y saltó de la carreta.
Molly detuvo a Sport a pocos metros de distancia, y el caballo sacudió su cabeza violentamente, aparentemente molesto por la interrupción. Con suave y elegante trote, Molly lo acercó a los muchachos. Les dedicó su mejor sonrisa y miró a Adam llena de orgullo. Del bolsillo interno de su chaleco, extrajo los planos prolijamente enrollados y se los entregó a Adam que ya estaba parado junto a ella.
- Te olvidaste estos planos sobre el escritorio, - mencionó ella como si nada fuera de lugar sucediera.
- ¿ Qué diablos haces en este caballo? – preguntó Adam tajantemente al tomar el plano que Molly le entregaba.
Molly se puso seria y no ocultó su malestar por el modo en que Adam se estaba dirigiendo a ella. Se enderezó sobre la silla con determinación y apretó las riendas con fuerza. El sutil tirón de las riendas hizo que Sport sacudiera su cabeza con violencia.
– Tranquilo muchacho, - dijo Adam palmeando amigablemente el cuello del caballo. – Bájate Molly, - ordenó.
- No me hables de esa forma, - dijo sin ocultar su fastidio. – Sport era el único caballo ensillado y no había nadie para ayudarme a ensillar a Handsome.
- Pero, Molly este caballo es muy peligroso para ti, sabes eso, - dijo lleno de exasperación ante su falta de sentido común. Adam miró a Joe sobre su hombro y le pidió que lleve a Molly a la casa.
- Espera un minuto Adam, y deja de hacerte el jefe, - lo interrumpió Molly abruptamente. – Joe no va a llevarme a ningún lado, puedo regresar por mi misma.
Joe cruzó sus brazos sobre el gancho de su montura y sonrió divertido. Le encantaba presenciar una discusión entre Adam y Molly. Le dirigió una rápida mirada a Hoss solo para comprobar que también estaba disfrutando de la escena. Adam estiró sus brazos buscando ayudar a Molly a desmontar, pero ella se negaba a descender.
- Esta bien Molly, vamos a hacer lo siguiente, - dijo finalmente Adam cansado de luchar contra ella. – Te llevaré a casa y luego me reuniré con los muchachos.
Molly sonrió con satisfacción y asintió, mientras que Adam sacudió su cabeza con resignación. Montó a Sport sabiendo que ella había logrado su cometido. Se acomodó detrás de ella y delicadamente tomó las riendas en sus manos. Molly se recostó contra él y sonrió triunfantemente a Joe y a Hoss.
- Bien hecho Molly, - dijo Joe con tono burlón. – Verdaderamente nos has enseñado de los dos lleva las riendas.
Molly elevó sus ojos llenos de amor hacia Adam, quien la observaba con ternura, pero con rostro serio pretendiendo enojo.
- Eres un encanto, - dijo al estirar su cuello y besó su mejilla. Adam sonrió.
- ¿ Encanto? – dijo Joe y rompió a reír. – Hay muchos adjetivos que describen a mi hermano Adam, pero encanto…
- Es un encanto para mí, - dijo Molly dulcemente y acarició el brazo de Adam.
- Esta bien, es suficiente, - dijo Adam moviendo a Sport para separarse de la carreta. – Los veré más tarde.
- Perfecto, encantador hermano, - respondió Joe guiñando un ojo a Hoss. – Pero no tardes demasiado.
Cuando Adam y Molly ingresaron al jardín de la casa, una vez más ella tuvo la sensación de estar siendo observada. Se lo mencionó a Adam, pero él no lo tomó enserio.
- Debo ser yo, - respondió posando su mentón sobre el hombro de ella. Su nariz jugó con su sedoso cabello y delicadamente sus labios comenzaron a besar su cuello. – Yo soy el que no pude sacarte los ojos de encima.
- Me gusta eso, - dijo sintiendo el contacto contra su cuello. – Pero tiene una casa que construir señor Cartwright.
Adam hizo una mueca y bajó de su caballo. La ayudó a desmontar.
- Un último beso y me voy a construir nuestra casa, - dijo con voz suplicante. La besó larga y fuertemente. Luego se separó y sonrió. – Volveremos para almorzar.
Molly asintió y lo observó montar y alejarse de la casa. Suspiró y su mirada recorrió el jardín antes de ingresar a la casa.
ONCE
Molly tenía la mesa lista para el almuerzo. Los Cartwrights deberían llegar de un momento a otro. Los esperaba ansiosamente. Estaba inquieta, e intranquila, abrumada por una perturbadora y extraña sensación. Ben y Matt fueron los primeros en llegar y rompieron el silencio de la casa. Ben estaba enviando a Matt a lavarse las manos para el almuerzo cuando Molly los encontró. Ben frunció el ceño en cuanto advirtió lo tensa que se veía.
- ¿ Sucede algo Molly? – preguntó preocupado.
- No lo sé, Ben, - respondió abrazándose. – Tengo un mal presentimiento, eso es todo. – Ben dejó escapar una ahogada risa y meneó su cabeza. Pasó un brazo sobre los hombros de Molly conduciéndola hacia el sofá. – Creo que estas nerviosa por la boda y la casa, - dijo Ben. - ¿ Llegaron los muchachos?
- No, y me estaba preguntándome por qué no lo han hecho todavía, - dijo con fastidio. Se puso de pie al escuchar risas provenientes del porche. – Aquí están.
Joe y Hoss entraron riendo en la casa.
- Molly si vas a mantener a Adam lejos del trabajo, nunca vas a tener tu casa lista, - dijo Joe con tono burlón. - ¿ Dónde estas hermano mayor?
- Adam me dejó aquí y se marchó a reunirse con ustedes. Ni siquiera entró en la casa, - comentó Molly aterrada. Las sonrisas desaparecieron de los rostros de Joe y Hoss e intercambiaron miradas de preocupación preguntándose qué podría haberle sucedido a Adam. Ben se acercó a ellos y le preguntó a Molly si Adam había mencionado que se detendría en algún otro lado. Molly sacudió su cabeza negativamente. – Tenemos que encontrarlo Ben, - dijo ella con desesperación colocando ambas manos sobre los brazos de Ben y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- No te preocupes querida, - dijo Ben tranquilamente controlando su propia preocupación. – Quédate aquí por si Adam aparece. Nosotros lo encontraremos.
Ben se volvió hacia Hoss y Joe y vio que estaban listos para salir. Ben asintió y tomó su sombrero y la cartuchera con su revolver de las manos de Hoss. Los tres salieron rápidamente de la casa. Mientras montaban sus respectivos caballos, Ben les preguntó que pensaban de la desaparición de Adam. Joe fue el primero en hablar. Le contó a su padre que Adam estaba demasiado ansioso por comenzar a construir su casa como para volcar su atención en cualquier otra cosa.
- Papá, creo que Molly tiene razón, - agregó Hoss lleno de preocupación. – Algo debió haberle sucedido.
Molly se estaba volviendo loca con la espera. Necesitaba hacer algo para ayudar. Tomó una decisión y se dirigió rápidamente hacia la cocina donde encontró a Hop Sing hablando a Matt, con voz muy alta y vocablos chinos que Molly no alcanzó a comprender. Molly interrumpió el monólogo de Hop Sing pidiéndole que cuide de Matt mientras ella salía a buscar a Adam. Hop Sing trató de detenerla, pero no pudo contra la fuerte determinación de Molly. Sin poder hacer nada, Hop Sing la observó montar su caballo y alejarse de la casa casi al galope.
Molly condujo a Handsome desaforadamente sin saber en qué dirección se dirigía. La Ponderosa era enorme y Adam podía estar en cualquier lado. Por favor Señor, envíame una señal por donde comenzar, rogó al borde de las lágrimas. La mínima idea que algo peligroso le sucediera a Adam le detenía el corazón. No soportaría perderlo.
Molly vagó alrededor del rancho por más de veinte minutos sin ver nada extraño en los alrededores. Ni siquiera vio a Ben y a los muchachos, pero de pronto a cierta distancia, Molly vio a Sport pastoreando cerca de unos árboles. Molly detuvo a Handsome y buscó en los alrededores. No había signos de Adam. Impulsó a su caballo a moverse más rápido hacia Sport. Una vez que llegó junto al caballo, Molly bajó de Handsome de un salto y corrió hacia el caballo de Adam.
- Tranquilo Sport, soy yo, - dijo ella mientras lo tomaba de las riendas. Sport sacudió su cabeza violentamente, pero se calmó al sentir la mano de Molly acariciando sus orejas. – Buen muchacho. Déjame verte.
Molly estudió el caballo buscando algo que le dijera qué podría haber sucedido. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas cuando vio la sangre en un costado de la montura. Ante sus inexpertos ojos, el caballo no parecía haber corrido, de modo que llegó a la conclusión que Adam tal vez estuviera cerca. Tomó el rifle de la silla de Adam y caminó hacia el bosque más cercano.
Molly no supo cuanto tiempo caminó a través del bosque cuando de pronto vio a Jeremy Wheeler afilando un enorme cuchillo. Molly contuvo el aliento y se escondió tras un árbol de grueso tronco. Jeremy agitó desquiciadamente el cuchillo y se movió desapareciendo de su campo visual. Molly se movió tras otro árbol y entonces vio a Adam, tirado en el suelo, atado a un árbol. Parecía estar al borde de la inconsciencia. Evidentemente Wheeler le había quitado su camisa y su torso desnudo esta prácticamente cubierto de sangre. Molly cubrió su boca con una mano y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Jeremy meneaba el cuchillo cerca del rostro de Adam.
- No te ves tan seguro de ti mismo ahora, Adam – estaba diciendo Jeremy con una mezcla de ironía y enojo, mientras le producía un pequeño corte al brazo lastimado de Adam. Adam gritó fuertemente mientras su rostro se contorcionaba procurando controlar el dolor. – Voy a separar tu cabeza de tu cuerpo. Va a ser un hermoso retrato. – Jeremy rió. Su rostro fue cubierto por un manto de locura. – El arrogante Adam Cartwright sin su altanera e inteligente cabeza. – Rió otra vez. Lentamente deslizó el filoso cuchillo a través del cuello de Adam y sonrió maliciosamente al ver la sangre brotar por el delgado corte. – Vamos a esperar Adam, quiero que conozcas a la muerte cara a cara. Quiero que sientas cómo es, como te quita la vida poco a poco. – Adam murmuró algo contorsionando su rostro por el dolor. – Ni siquiera el Señor va a poder salvarte de esto.
Esas palabras hicieron eco en la mente de Molly. De pronto se vio rodeada de oscuridad. Estaba ciega de un dolor infinito y lo único que podía ver era a Jeremy Wheeler. Molly salió del bosque y caminó hacia Wheeler quien jugaba con su cuchillo. Lo tomó por sorpresa, pero ella no lo notó, como tampoco lo escuchó gritarle que se detenga. Le apuntó con el rifle que llevaba en sus manos, lista para disparar.
- Tú lo mataste, - gritó sin emoción alguna reflejada en su voz. – Tu mataste a Rafael.
- Molly, no… - gritó Adam desesperadamente esforzándose por liberarse. Gritó producto del intenso dolor que el movimiento le causó y cerró sus ojos.
Pero Molly no lo escuchó, ni siquiera pareció advertir que estaba allí prácticamente cubierto con su propia sangre. Disparó y lo siguió haciendo sin poder detenerse mientras repetía una y otra vez que él había matado a Rafael.
Un par de
minutos más tarde, Ben seguido por sus dos hijos aparecieron corriendo desde
los árboles. Habían encontrado a Sport y
a Handsome un minuto antes de escuchar los disparos. Ben tenía el corazón en la boca, pero su cara
se volvió una máscara de horror cuando vio a Adam cubierto de sangre, atado a
un árbol y Molly disparando al cuerpo muerto de Jeremy Wheeler, si percatarse que ya no había más balas en el
rifle.
Sin perder
tiempo, Joe y Hoss pasaron junto a su padre y corrieron hacia Adam. Ambos lo desataron y lo ayudaron a
sentarse. Por lo que ellos pudieron
decir, Adam había recibido un disparo en un brazo y su torso estaba lleno de
heridas sangrantes. Adam estaba mareado,
esforzándose por mantenerse consciente.
Joe y Hoss lo movieron hacia un árbol donde pudo descansar más
cómodamente y le dieron un poco de agua.
Ambos elevaron sus miradas de desconcierto hacia su padre.
Ben
caminaba cautelosamente hacia Molly, pero ella no parecía advertir la presencia
de ninguno de ellos. Ni siquiera de
Adam. Sus ojos estaban clavados en el
cuerpo de Wheeler y una expresión de locura cubría su dulce rostro. Suavemente Ben le quitó el rifle que todavía
tenía en sus temblorosas manos y ella simplemente lo dejó ir. Lentamente se volvió hacia Ben, pero él no
estaba seguro que ella lo viera verdaderamente.
-
Mató a Rafael y a los otros, -
murmuró mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. – Él lo mató.
Abruptamente comenzó a temblar y cayó de rodillas al piso cubriendo su rostro con ambas manos. Un instante después, lloraba angustiadamente, diciendo cosas que ninguno de los Cartwrights alcanzaron a comprender.
-
Adam, ¿ dónde estas? – gritó con
desesperación. – Adam… - Su voz mostraba cómo la angustia crecía con cada
segundo que pasaba. Sobre su propio
desconcierto y dolor, Adam logró arrastrarse hacia ella. - ¿ Dónde estas? – Se
hallaba al límite de la histeria en ese momento. Adam la rodeó con sus brazos y la atrajo
contra él. Desesperadamente, Molly se
aferró a su cuello. – Por favor, abrázame. Estoy aterrada.
-
Sh Sh, - dijo acariciando su
espalda. – Aquí estoy mi amor.
Adam cerró sus ojos luchando por mantener el dolor bajo control, al tiempo que Ben se arrodilló a su lado y ubicó una mano sobre el hombro de Adam ofreciéndole su apoyo. Luego elevó la vista y le pidió a Joe que fuera a Virginia City y buscara al doctor Paul Martin y al Sheriff Roy Coffee. Joe asintió y corrió hacia los árboles dónde había dejado a Cochise.
-
Vamos mi amor, - dijo Adam
suavemente. – Mírame Molly.
-
Constance, mi nombre no es
Molly. Mi nombre es Constance Leod, -
dijo inesperadamente y se aferró a Adam con más fuerza.